👑Capítulo XXII👑

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En esos momentos estar en Britmongh se sentía como vivir dentro de un cuento de hadas. Los pueblerinos se encontraban felices por la pronta ceremonia que se celebraría, había una alegría contagiosa en el ambiente y la paz que reinaba en los corazones de cada uno de nosotros era notable gracias al regreso del rey y sus soldados. Fue así durante unos días hasta que se anunció que había convocado una nueva reunión en el reino.

La visita de las personas más influyentes de la época podía ser beneficioso para Britmongh, pero el pueblo se ponía nervioso debido a que no sabían a qué enemigo oculto se le estaba abriendo las puertas. Por un lado estaba la inquietud del pueblo y por el otro se encontraba el rey, quien demostraba tanta tranquilidad que me erizaba los vellos de la nuca. Malek estaba seguro de que bajo sus atentos ojos no sucedería nada y por ese mismo motivo se tomó el atrevimiento de exigir mi presencia en la reunión, aun cuando sabía que aquello estaba prohibido.

— Si desean pisar mis tierras deberán aceptar. — Fue lo único que dijo tan pronto envió al mensajero para que entregara su exigencia.

Creí que había perdido la cabeza, pero mi sorpresa fue grande cuando la mayoría de las personas aceptaron su pequeño capricho. Tan pronto Malek recibió la respuesta que había estado esperando, se giró hacia mí y sonrió ladeadamente mientras elevaba una de sus cejas, algo que lo hizo ver sumamente arrogante.

— Sabia decisión. — Murmuró de forma juguetona.

— ¿Qué iba a hacer si se negaban? — Su sonrisa se hizo mucho más notable.

— No pisarían mis tierras. — Dijo con obviedad. — Ni las suyas. — Susurró para sí mismo, pero fui capaz de escucharlo debido a nuestra cercanía.

Tras esa pequeña conversación, esperamos a que los días transcurrieran y que los invitados comenzaran a llegar a Britmongh.

Aquella reunión no era como la anterior, allí iba a estar Malek y debido a su presencia yo podría respirar con tranquilidad. De lo único que tenía que preocuparme era de verme presentable y de lucir como una de ellos, pero sin perder mi esencia.

— Señorita... — Una voz femenina se escuchó desde el otro lado de la puerta de mi aposento.

— ¿Sí? — Respondí mientras planchaba con mis manos el vestido que llevaba puesto.

Aquella vestimenta no necesitaba ser planchado, pero me tranquilizaba quitar aquellas arrugas que no se podían ver a simple vista o que no estaban.

— El rey espera por usted... — Murmuró con cierto nerviosismo. — Afuera de su aposento. — Dejé de hacer todo lo que estaba haciendo en esos momentos y me giré hacia la puerta.

— ¿Qué? — Murmuré por lo bajo.

Caminé hacia la entrada del aposento y abrí la puerta con más fuerza de la que era necesaria. Cuando no hubo nada que separara en pasillo de mi habitación, pude ver que en efecto, ella no mentía.

El rey estaba de pie frente a mí, con una mirada juguetona y una sonrisa ladeada, observándome de arriba a abajo repetidas veces.

— Puede retirarse. — Dijo sin quitarme los ojos de encima.

La mujer asintió e hizo una corta reverencia antes de desaparecer. Cuando nos encontramos solos, Malek ingresó a mi aposento y cerró la puerta detrás de su espalda, para que pudiéramos tener un poco de privacidad.

— Se ve hermosa. — Murmuró por lo bajo.

— G-gracias. — Susurré tímidamente.

No era habitual que me esperara afuera de la habitación, por lo general le ordenaba a alguno de sus sirvientes que me llevara hasta su despacho. Tampoco era normal que estuviera examinándome con tanta insistencia y descaro, pero ahí estaba, haciendo ambas cosas.

Destino Medieval© EE #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora