👑Capítulo XI👑

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Cuando volvimos al castillo fuimos directamente a su despacho. Una vez en el interior de la estancia, Malek caminó hacia su escritorio y comenzó a rebuscar en uno de los cajones. Tal y como sucedió aquella vez que el conde había llegado sin avisar, la expresión facial cambió cuando encontró lo que había estado buscando.

No podía ver qué era lo que causaba ese cambio, pero debía ser algo importante.

— Tenía pensado en obsequiárselo en otro momento, pero debido a lo que está sucediendo... — Para ese entonces su rostro había vuelto a estar serio.

No sabía qué era aquello que tenía pensado obsequiarme hasta que abrió su mano y me mostró un pedazo de pergamino arrugado. Observé aquella bolita con el ceño fruncido y eso pareció divertirle porque rio nasalmente antes de abrir el pergamino.

— El anillo... — Susurré para mí misma. — ¿Cómo lo...? Recuerdo haberle dicho que no me había agradado nada.

Malek asintió y tomó mi mano para deslizar la joya por mi dedo anular.

— Lo hizo, pero la había visto observándolo. Le pregunté para ver si era capaz de mentirme, algo que hizo sin dudar. — Mis comisuras se elevaron. — Como le dije, pensaba dárselo en otro momento, pero ya que vamos a comprometernos, creía que sería mejor si utilizaba una joya que fuera de su agrado.

Malek había comprado el anillo que me había encantado y en esos momentos lo tenía adornando mi dedo anular. Era una piedra enorme, pero no se veía mal, podría estar observándola toda la vida y jamás me cansaría.

Iba a atesorar mucho era joya.

Dejé de observar el anillo y alcé la mirada hacia él para verlo directamente a los ojos.

A pesar de que sentía el peso en mi dedo, seguía sin poder creer aquel detalle que había tenido conmigo y lo que eso conllevaba.

Oficialmente estábamos comprometidos...

— Gracias... — Murmuré por lo bajo.

Estaba realmente agradecida y no se me ocurrió otra forma para agradecérselo que acercarme a él y rodear sus costillas con mis brazos. En un principio él se quedó estático y pude sentir cómo su cuerpo se tensaba bajo mi tacto, pero después de algunos segundos reaccionó y me devolvió el abrazo mientras besaba mi frente.

Nos mantuvimos así durante bastante tiempo, él acariciando suavemente mi cabello y yo disfrutando de la calidez que emanaba su cuerpo.

Entendía por qué la mayoría de mujeres que vivían en Britmongh enloquecían cuando Malek hacía acto de presencia. Él era un hombre atractivo, alto, tenía una musculatura respetable, sus facciones estaban marcadas, unos ojos muy hipnotizantes y una piel envidiablemente bonita. Sin embargo, sus encantos no eran meramente físicos, no, Malek era un caballero en toda regla. Claro estaba, su amabilidad y caballerosidad duraban hasta que él perdía la paciencia, cuando eso sucedía era intimidante, rudo y salvaje, una fiera en todo su esplendor.

— En un par de noches habrá un baile en el palacio de Rafgli y me agradaría que usted fuera conmigo... — Murmuró por lo bajo. — Pero no la obligaré a ir si así no lo desea.

— Iré, seré su acompañante. — Nuestra burbuja íntima fue reventada cuando tocaron la puerta, causando que nos alejáramos de inmediato.

Agaché la cabeza, pero lo observé de reojo, viendo que se encontraba tan sonrojado como debía estarlo yo. Mis mejillas ardían debido a la vergüenza que sentía por haberme encontrado en una situación tan comprometedora y melosa.

— Pase. — Malek se aclaró la garganta para tratar de recomponerse lo más rápido posible.

— Señor, señorita... — Nos saludó Arthur, quien ingresó al despacho con el ceño fruncido. — Majestad, los campesinos desean reunirse con usted. Dicen que los cultivos están desapareciendo. — Ambos comenzaron a hablar de lo problemas que habían en el pueblo y en ese mismo instante me dejé de escucharlos.

Destino Medieval© EE #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora