No sabía en qué momento me quedé dormida y tampoco recordaba haber caminado al interior del castillo y haber subido hasta la habitación, pero allí me encontraba, acostada en la cama, siendo cobijada bajo las cómodas y calentitas mantas.
No quería levantarme, pero tenía que hacerlo, debía acostumbrarme a estar en la intemperie para cuando al señor rey se le ocurriera sacarme y dejarme tirada en medio de la nada absoluta.
Con toda la calma posible me bajé de la cama, siendo recibida por el frío suelo que se encontraba bajo mis pies descalzos. Era muy temprano y todo estaba en calma, de hecho, la gran mayoría de los sirvientes debían encontrarse durmiendo.
Me puse mis zapatos y salí de la habitación siendo lo más sigilosa posible. Tal y como pensaba, el castillo estaba sumido bajo un espeso silencio y a excepción de un par de guardias que protegían puntos específicos como entradas y torres, por allí no había nadie.
Caminé de puntitas hasta que logré salir de la imponente estructura. La hierba estaba cubierta del rocío de la mañana. Rápidamente me quité los zapatos y me dispuse a avanzar por entre la vegetación, sintiendo la vegetación fría y mojada entre mis dedos y bajo mis pies. Eso era algo que solía hacer con mi hermano antes de prepararnos para ir a la escuela, salíamos de la casa descalzos y disfrutábamos del rocío de la mañana.
Para él era algo divertido que hacíamos, pero para mí era terapéutico. Con ese buen inicio, todo lo que sucediera en la escuela podía ser soportable.
Después de caminar y dar algunas vueltas, me senté en el suelo para respirar profundo y exhalar antes de cerrar los ojos y sonreí. Me sentía más tranquila porque todo a mi alrededor estaba silencioso, solo éramos el viento y yo.
Una de las pocas cosas que me hacían feliz en aquel lugar era la flora. El castillo estaba rodeado de un espeso manto de color verde y de pequeñas, pero muy bonitas flores. Era un lugar precioso y ni hablar del verdor de las cosas de los árboles que conformaban el bosque. Cuando regresara a mis tiempos, si es que lograba hacerlo, extrañaría observar la naturaleza en todo su esplendor.
En mis tiempos no había algo tan bonito y sano como lo que se encontraba frente a mis ojos, de hecho, si no era en un área protegida por el estado, era complicado encontrar árboles frondosos o flores con colores vibrantes.
— ¿Qué hace fuera del castillo con la salida del alba? — Esa voz, esa molesta y poco agradable voz...
Era increíble cómo una simple pregunta podía acabar con el buen humor de alguien.
— Estar sentada. — Respondí secamente.
— Así que todavía se encuentra molesta...— Murmuró para sí mismo.
Apreté los labios y giré la cabeza bruscamente hacia él.
Todavía seguía teniendo cara de recién levantado, pero cuando vio que fruncí el ceño levantó la cabeza y entrecerró los ojos, como si de una forma silenciosa quisiera dejar saber que él seguía siendo superior a mí.
— No me diga. — Mascullé entre dientes.
— Una señorita no debe verse molesta y mucho menos hablar como lo hizo usted. — Rechiné los dientes.
¿Cómo era posible que una persona pudiera sacarme de quicio con tan solo respirar?
— Oh sí, claro. Una señorita a la que no dudó en entregar a otra persona como si fuera una botella de plástico. — Su ceño se frunció después de escuchar una palabra que no conocía.
— ¿B-Botella de plás...? ¿Pstico? — Negó con la cabeza. — Escuche, comprendo que se encuentre molesta y he de decir que... Desde que llegó no me he comportado como debería y me disculpo por ello. — Entrecerré los ojos.
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Destino Medieval© EE #1
Fantasy💫Esta historia es completamente de mi autoría por lo que se prohíbe su copia o adaptación.💫 •Primer libro de la saga EE.• Ella nunca pensó que al entrar a la biblioteca comenzaría a vivir aquellas aventuras que durante años había leído. Él jamás c...