Los días y las noches se tornaron tensas cuando a nuestros oídos llegaron rumores que trataban de desapariciones de soldados, vendedores e inmigrantes, todos por la zona montañosa que había a las afueras de Britmongh. Esos sucesos tenían inquietos a todos los pueblos, temerosos de que se tratara de una declaración de guerra por parte de Malek. Sin embargo, el rey de Britmongh se encontraba molesto y frustrado ya que desconocía lo que estaba sucediendo en su territorio. Él no sabía quién o quiénes eran los responsables de tales desapariciones y el motivo de éstas.
Soldados de Britmongh fueron enviados para que revisaran la zona, pero por culpa de un descuido terminaron separándose lo suficiente como para que solo volvieran con vida tres de los diez hombres que habían ido. Al regresar, ellos narraron que a la distancia fueron capaces de escuchar unos alaridos de dolor que les erizaron la piel, pero que al llegar al lugar de donde provenían no encontraron nada más que un pequeño rastro de sangre que desaparecía a unos pocos pasos.
— ¿Cómo es posible que nuestros hombres desaparezcan? — Bramó Malek.
Estábamos reunidos con los hombres más poderosos de toda Europa, tratando de descubrir qué era lo que se nos estaba escapando en todo eso.
— Señor, hemos recorrido las montañas, pero no encontramos nada. — El duque de Suram habló con un tono de voz baja, como si esperara que eso lo resguardara de la ira del rey.
El pecho del monarca de Britmongh subía y bajaba con rapidez, sus ojos se encontraban oscurecidos y parecía que le salía humo de la nariz y orejas.
Fracci tuvo razón al decirme que jamás había visto a Malek realmente molesto. El hombre que estaba sentado a mi lado era alguien completamente diferente al que conocía, de hecho, ni siquiera cuando ocurrió el altercado con Phin se vio tan peligroso como en esos momentos.
Como ya era costumbre cada vez que había reuniones importantes o encuentros sociales, nuestras manos estaban unidas sobre el reposabrazos de su asiento, visibles ante la atenta mirada de los visitantes. Aprovechando esa cercanía, comencé a acariciar suavemente su mano con mi pulgar para tratar de calmarlo aunque fuera un poco, algo que pareció surgir efecto ya que lo escuché respirar hondo mientras daba un corto asentimiento.
— Los soldados regresarán y recorrerán mis tierras. Buscarán en todas partes hasta encontrar a nuestros hombres. Procuren que no se separen si desean volver a sus tierras. — Tiré levemente de su mano para llamar su atención y cuando su mirada estuvo sobre mí, me incliné un poco para que solo él pudiera escuchar mis palabras.
— ¿Han buscado en las cuevas que hay en las montañas? — Pregunté antes de continuar. — En mi época siempre han ocurrido sucesos semejantes en esos lugares. La mayoría de las cuevas son de difícil acceso, pero para quienes las conocen bien, son el lugar perfecto para hacer fechorías. — Malek volvió a mover su cabeza de arriba a abajo.
— Te lo agradezco. — Susurró, derritiéndome el alma en el proceso. — La reina ha hablado. — Su voz se escuchó por todo el lugar. — La reina ha dicho que deberíamos buscar en las cuevas de las montañas porque nuestros hombres podrían estar allí y estoy de acuerdo. Hemos revisado las tierras, pero no las cuevas de las montañas, nos olvidamos de ellas. — Los hombres allí reunidos se miraron entre sí antes de asentir repetidas veces.
— La reina es sabia, deberíamos escuchar sus palabras e ir a buscar a nuestros hombres. — Se escuchó la voz de un hombre desde el fondo de la sala de reuniones.
— Preparen a sus hombres, partiremos con el alba. — Giré la cabeza hacia él y me mantuve observándolo fijamente mientras el resto de invitados comenzaban a salir Para obedecer las órdenes dadas por el rey.
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Destino Medieval© EE #1
Fantasy💫Esta historia es completamente de mi autoría por lo que se prohíbe su copia o adaptación.💫 •Primer libro de la saga EE.• Ella nunca pensó que al entrar a la biblioteca comenzaría a vivir aquellas aventuras que durante años había leído. Él jamás c...