El vestido que utilizaba para ir al baile era hermoso y muy elegante, pero no creía que fuera adecuado que lo llevara. El color de la tela era dorada y aunque con él cubriendo mi cuerpo me sentía hermosa, ese era uno de los colores que utilizaban únicamente los miembros de la realeza y yo no formaba parte de ellos. Sin embargo, aquel era el ropaje que Malek había ordenado que me entregaran y entendía sus motivos.
El vestido que cubría mi cuerpo le quedaría hermoso a cualquier persona y dejaría una muy buena impresión.
— ¿Falta mucho? — Murmuré por lo bajo.
Mi cabello estaba suelto, pero en esos momentos me estaban haciendo unas trenzas delgadas que irían unidas entre sí detrás de mi cabeza, haciendo que mis facciones resaltaran y me viera arreglada.
Malek había sido tajante al ordenar que mi cabello debía ir suelto y sin que nada lo cubriera. Lo repitió una y otra vez, tanto que las mujeres que me ayudaban a arreglarme se habían memorizado sus palabras y las recitaban en voz alta cuando sentían que mi cabello no resaltaba como el rey esperaba.
Después de estar vestida y de que por fin les gustara el peinado, ellas salieron de la habitación para darme un poco de espacio y privacidad. En esos momentos lo que más necesitaba era estar rodeada de silencio y tranquilidad porque desde la salida del alba no había dejado de pensar en faltar al baile y no podía hacerle eso a Malek.
Iba a ser presentada como la supuesta próxima reina de Britmongh y no estaba preparada para ese gran paso. Me aterraba tener toda la atención sobre mí e inevitablemente eso era lo que sucedería esa noche. Todos esos pares de ojos estarían sobre nosotros, admirando a Malek y criticándome hasta más no poder.
— Ya basta, Elizabeth. — Me reñí. — Es solo un baile y no estarás sola.
Pasaron algunos minutos cuando tocaron la puerta y al abrirla ingresó Ágata, una mujer dulce y agradable que no debía tener más de cincuenta años. Ella era una de las mujeres que servían en el castillo y se encargaba de que todos estuvieran cumpliendo con sus labores, algo así como una supervisora. Después de Arthur, Ágata era la persona de confianza de Malek, a quien le confiaba todo lo que en aquella época se consideraba que debía hacer una mujer.
— Señorita, su majestad desea que vaya a verle. — Dijo mientras señalaba la entrada de la habitación con su mano.
— Le agradezco. — Murmuré por lo bajo antes de salir y esperar a que cerrara la puerta para poder seguirla.
Ambas avanzamos por el castillo en silencio y supe hacia donde nos dirigíamos incluso antes de ver la puerta de su despacho. Fueron tantas las ocasiones que recorrí el castillo, que fui capaz de aprenderme cada uno de los recovecos que habían como si hubiera nacido y crecido allí.
Ágata dio dos suaves golpes sobre la madera de la puerta justo cuando nos detuvimos frente a ella, pero no ingresó, se mantuvo esperando hasta que la persona en el interior de la estancia se lo permitiera. Eso era algo que los sirvientes hacían la mayoría de las veces, esperaban a que Malek les ordenara pasar. Si no llegaban a escuchar una respuesta afirmativa o el rey de Britmongh no lo permitía, ellos permanecían en el exterior.
Ese jovencito debía tener peor carácter del que dejaba ver y eso ya era bastante...
— Pase. — Ordenó desde el interior de su despacho.
La mujer no dudó en abrir la puerta, ingresar a la estancia, hacer una corta reverencia y echarse a un lado para que yo también pudiera pasar. El despacho estaba iluminado tenuemente por las antorchas, pero eso no fue un impedimento para que pudiera ver al chico de cabello oscuro que estaba sentado detrás de su escritorio.
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Destino Medieval© EE #1
Fantasía💫Esta historia es completamente de mi autoría por lo que se prohíbe su copia o adaptación.💫 •Primer libro de la saga EE.• Ella nunca pensó que al entrar a la biblioteca comenzaría a vivir aquellas aventuras que durante años había leído. Él jamás c...