Disculpen, lo volví a publicar porque me salía la versión anterior y me puse nerviosa. Que disfruten del capítulo. 💖
Me encontraba en la cocina, observando cada una de las creaciones que hacían las mujeres que allí se encontraban. Era sorprenderte ver cómo de la nada podían crear unos platillos que se veían y olían muy bien.
— ¿No es agotador? — Les pregunté.
Llevaba allí alrededor de una hora y no las había visto descansar ni un solo segundo.
— ¿Qué le parece agotador? — Malek ingresó a la cocina, interrumpiendo la conversación que trataba de entablar con las cocineras.
Me sorprendía que no hubiera aparecido antes, ya que solía seguirme a todas partes.
— ¿Qué hace aquí? Según tengo entendido, usted nunca entra a la cocina. — Crucé los brazos sobre mi pecho y él rápidamente imitó mi acción.
— No sabía que necesitaba su consentimiento para recorrer mi castillo. — Las cocineras no decían nada, pero habían algunas que sonreían mientras continuaban con lo suyo.
Por la edad que debían tener algunas, estaba segura de que habían visto crecer a Malek. Tal vez una de ellas incluso lo había cargado cuando lloraba o le había dado algún postre cuando el príncipe del castillo lo tenía prohibido.
— Usted no necesita autorización, pero interrumpe nuestros deberes. — Una de sus cejas se elevó.
— ¿Nuestros deberes? — Repitió. — Creo que ha errado. — Sus ojos se entrecerraron.
— Oh, no. Dije justo lo que entendió. Necesito obtener moneda de cambio para comprar mis propias cosas y he decidido que ayudando con sus alimentos sería una buena forma. — El ceño de Malek se frunció profundamente, dejándome saber que estaba en desacuerdo conmigo.
— Usted no necesita estar entre los sirvientes, solo debe decirme lo que desea y lo tendrá. — Negué con la cabeza.
— No. — Dije sin alejar la mirada de la suya.
Al ir en contra de su palabra lo estaba retando, justo como él lo estaba haciendo con su mirada.
— ¿No? — Dio un paso hacia adelante mientras volvía a levantar la ceja.
— Así es, no. — Sonreí levemente. — Ayudaré con los alimentos y ganaré mis propias monedas. Si no desea que sea parte de su servidumbre tendré que ir al pueblo para buscar a alguien que necesite que le preparen los alimentos o limpien su vivienda. — Cuando vi que se disponía a hablar me apresuré a interrumpirlo. — Y no, no cambiaré mi decisión porque no está bajo discusión. Me niego a utilizar sus monedas, obtendré las mías y listo.
Tal vez se debía al carácter que había demostrado tener, pero pensé que al decir aquello trataría de comerme viva, pero no, él estaba sonriendo.
— Si el rey lo prohíbe nadie le permitirá entrar a su vivienda. — Inhalé y exhalé hondo para tratar de mantenerme tranquila.
— No se atrevería... — Murmuré con un tono de voz amenazante.
— Oh, Elizabeth, sí lo haría. No sabe cuánto me agradaría enviar a los soldados para que todo el pueblo sea consciente de que usted tiene prohibido servir. — La situación el divertía, para saberlo solo bastaba ver su sonrisa.
— Si lo hace...— Apreté los labios para ver lo que se me ocurría, pero como no pude pensar en nada que pudiera ir sobre su poder, recurrí a la niña que había en mi interior. — No volveré a hablarle hasta que me muera. — La arrogante sonrisa que había tenido hasta ese momento desapareció.
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Destino Medieval© EE #1
Fantasy💫Esta historia es completamente de mi autoría por lo que se prohíbe su copia o adaptación.💫 •Primer libro de la saga EE.• Ella nunca pensó que al entrar a la biblioteca comenzaría a vivir aquellas aventuras que durante años había leído. Él jamás c...