👑Capítulo XIX👑

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En el castillo todo se había vuelto completamente monótono, silencioso y aburrido. Era de noche y todo iba como de costumbre hasta que comenzaron a escucharse gritos a las afueras del castillo. Con cautela, todos los que nos encontrábamos protegidos por la imponente estructura comenzamos a asomarnos por los vanos para ver qué era lo que sucedía. El pueblo estaba inquieto, desde donde me encontraba podía escuchar cánticos, vítores y aplausos, como si estuvieran celebrando, pero no podía distinguir con claridad qué era aquello que los tenía tan felices. Cuando me disponía a darme la vuelta para bajar, fui capaz de escuchar algo que hizo que mis pies se clavaran al suelo.

Fue un simple grito, pero llegó a mí sin ninguna interferencia, como si el ruido en el exterior hubiera cesado abruptamente.

— ¡El rey ha vuelto! — Gritó la voz gruesa de un hombre.

Todos los vellos de mi cuerpo se erizaron y salí corriendo del aposento hacia la entrada del castillo y mis pies volvieron a anclarse al suelo cuando me encontré a unos pocos metros de distancia de las enormes puertas. Desde donde estaba podía verlo con su impecable y brillante armadura, bajando del lomo de su amada Arabella.

Cuando Malek levantó la cabeza, mi corazón latió con fuerza y mis ojos comenzaron a cristalizarse. Con mis dedos borré cualquier rastro de llanto que hubiera en mi rostro mientras observaba la forma en la que sus comisuras se elevaban y extendía sus brazos hacia los lados.

Quería que fuera a abrazarlo.

Mis piernas se movieron por sí solas, acercándose cada vez más rápido hacia la entrada y bajando los escalones que me separaban de ese hombre. En esos momentos me olvidé por completo de la mentalidad que existía en aquellos tiempos y tan pronto estuve frente a él, di un salto.

Sus brazos me rodearon de forma protectora y me acercaron a su cuerpo hasta tal punto en el que no hubo ningún espacio entre nosotros.

No sabía con exactitud cuánto tiempo había transcurrido desde que se fue, pero estaba prácticamente segura de que él había estado fuera de Britmongh por más de tres meses.

Había estado asustada, preocupada y paranoica, pero al verlo vivo y en una sola pieza, todos los malos pensamientos se esfumaron, dándole paso a la alegría y al llanto que había estado conteniendo todo ese tiempo. Mis lágrimas no se hicieron esperar y aunque trataba de calmarme ahogando mis sollozos contra su cuello, no podía parar de lagrimear.

— No vuelva a irse. — Hipé entre lágrimas y sollozos.

Una de sus manos continuó sujetándome mientras que la otra se posaba sobre mi cabello y lo acariciaba con lentitud. Escuché una pequeña risa nasal de su parte, pero no lo tomé como una burla, sino como una forma de gestionar nuestra interacción mientras todos nos observaban.

Para él debía ser bastante incómodo e inapropiado encontrarse en aquella situación, sin embargo, no estaba tratando de alejarme.

— No vuelva a irse. — Repetí.

— Trataré de no hacerlo, mi amada. — Susurró contra mi oreja. — Preparen la bañera y un gran banquete para los soldados. — Le ordenó a sus sirvientes mientras a mí se me derretía el corazón.

Su amada...

— Como ordene, su majestad. — Respondieron los sirvientes que se encontraban allí.

Malek me llevó en brazos por el castillo como si mi peso no fuera nada para él. No sabía muy bien hacia dónde íbamos, pero tampoco me importaba, después de que el rey de Britmongh estuviera conmigo, nada tenía demasiada importancia.

— La extrañé. — Dijo después de haber estado caminando en silencio.

— Yo a usted, como no tiene idea. — Alejé mi rostro de su cuello y observé a nuestro alrededor, percatándome de que nos encontrábamos en un aposento.

Destino Medieval© EE #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora