Nos encontrábamos observando a los visitantes, quienes comían y bebían sin mostrar preocupaciones. Malek y yo nos mantuvimos juntos en todo momento, sin importar que algunos nobles se acercaran para hablar con él o si lo invitaban a unirse a un pequeño grupo para dialogar de tratados y batallas. Ambos permanecimos al lado del otro, codo con codo, mientras hablábamos, reíamos y mirábamos todo lo que sucedía en el comedor.
— ¿Cómo lo hice? — Le pregunté a Malek mientras sujetaba su antebrazo con ambas manos. — ¿Se notó que deseaba huir? ¿Me escuché? Malek, ¿qué pasaría si no fui escuchada? — Tiré de su brazo para alejarnos de la muchedumbre que nos rodeaba y lo arrastré hacia una esquina. — ¿Debo volver a hacerlo?
— Mi reina fue escuchada en Britmongh y en toda Europa, no debe temer. — Él llevó una de sus manos hacia mi cabello y lo acarició con suavidad. — He descubierto que me agrada verla con la corona sobre su cabeza. — Malek llevó una de sus manos a mi rostro y acarició mi mejilla con su dedo pulgar. — Me enorgullece.
— Pensé que me desmayaría frente a todos. — Suspiré. — Nunca había pasado por algo como esto, así que debo ser muy cuidadosa y calculadora, sobre todo ahora que juré por mi vida que tomaría buenas decisiones.
— Elizabeth, no tema ser usted... Nadie la herirá si llega a errar o posee diferentes creencias. Le agrada a mi pueblo, ellos la respetan y darían sus vidas por su reina. — Liberó mi mejilla y bajó su mano hasta la mía para entrelazar nuestros dedos. — Estaré a su lado y no permitiré que nada malo suceda.
— De todas formas prefiero tener cuidado. — Sus comisuras se elevaron un poco. — Por el momento dejaré de pensar en esto, pero le pido que no me permita hacer tonterías. Sea estricto conmigo porque no deseo ser quien lleve a Britmongh a la ruina.
— Beth...— Sentí que su mano libre recorría mi espalda con suavidad, enviando descargas eléctricas a toda mi columna. — Usted es mi perdición desde que llegó a mis tierras. — Murmuró cerca de mi oreja para que solo yo pudiera escucharlo.
— Nos observan. — Susurré mientras trataba de ocultar mi rostro con mi cabello.
— Los hombres la han observado desde que ingresó para hacer su juramento. — Bufó por lo bajo. — Desean ser ejecutados.
— Solo me miraban por la coronación, pero ahora lo hacen porque estamos demasiado cerca. — Él negó con la cabeza.
— No lo hacían por la coronación. — Aseguró. — Estaban hechizados, pero usted es mi mujer, solo yo puedo adorarla.
Para ser un par de reyes, no nos estábamos comportando como tal. Hablábamos y tonteábamos como si estuviéramos en mi época, no en un lugar en donde las muestras de afecto públicas eran mal vistas.
Tal vez por eso nos observaban, porque les parecía repudiable el ejemplo que estábamos dando...
Frente a nosotros caminaban nobles de un lado a otro, ya fuera para conversar con alguna otra persona o para dirigirse hacia la mesa del banquete, pero sin importar cuál fuera el motivo, todos reverenciaban. Más de un duque o conde había tenido que reverenciarnos en repetidas ocasiones debido a que pasaban muy cerca de nosotros.
Ante la atenta mirada de Malek, la sonrisa que había estado adornando mis labios se esfumó. Su ceño se frunció levemente, pero no dijo nada, solo giró la cabeza para poder observar aquello que me había amargado la tarde. El cuerpo de mi esposo se tensó al ver a Charlotte a unos cuantos pasos de distancia de nosotros y con los ojos fijos en los de él.
Lastimosamente para mí, ni siquiera la mirada mortal de Malek sirvió como repelente para esa mujer.
— Su majestad... — Ella hizo una corta reverencia y dio un par de pasos para meterse en nuestra burbuja de felicidad. — Si me lo permite, seré osada y le diré que debió elegir a una mujer digna para reinar a su lado. Una espía como ella solo causará traición y muertes por toda Europa. — Charlotte había cruzado la línea imaginaria que representaba un límite para Malek.
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Destino Medieval© EE #1
Fantasy💫Esta historia es completamente de mi autoría por lo que se prohíbe su copia o adaptación.💫 •Primer libro de la saga EE.• Ella nunca pensó que al entrar a la biblioteca comenzaría a vivir aquellas aventuras que durante años había leído. Él jamás c...