👑Capítulo XXXIV👑

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Elizabeth pov

Desperté sobresaltada, mis ojos se abrieron con exageración y mi corazón latía con rapidez. Por algún motivo que desconocía, me encontraba acostada en el suelo de la biblioteca, al lado de la estantería de libros de historia. Mientras me sentaba, a mi cabeza regresaban los recuerdos de cada cosa que aprecié y viví en Britmongh e instantáneamente sentí que un gran nudo se instalaba en mi garganta.

¿Todo había sido un sueño? Malek... ¿Malek nunca fue real?

Observé todo a mi alrededor y mordí mi labio con fuerza para tratar de contener las lágrimas que comenzaban a acumularse en mis ojos. Con la poca visibilidad que tenía traté de dar con el libro, pero al no encontrarlo me cubrí los ojos con las manos y me dejé llevar por la frustración, el coraje y la tristeza que martillaban mi pecho.

—Maldición. — Balbuceé. — ¡No puede ser cierto!

Estuve escondida entre las estanterías hasta que el enrojecimiento de mi nariz y ojos desapareció casi por completo, solo entonces me levanté del suelo, tomé mis pertenencias y salí de la biblioteca sin siquiera despedirme de la Sra. Treswalt. En el exterior todo parecía tan asquerosamente normal que me causaba malestar. Para el resto de personas aquel era un día como cualquier otro, pero para mí, que sentía que me ahogaba con cada paso que daba lejos de la biblioteca, era un día de luto. Cada palabra, risa, abrazo y beso ocurrido en el sueño, se sintió tan real que me quemaba.

Cuando vi mi casa a la distancia, mis piernas se movieron solas y en pocos segundos me encontraba corriendo. Abrí la puerta principal con brusquedad, algo que sobresaltó a mi madre, pero no le di tiempo a cuestionarme porque en un solo pestañear ya me encontraba abrazándola.

—Te extrañé mucho. — Susurré mientras ocultaba mi rostro en su hombro.

—¿Qué pasó? ¿Alguien te hizo algo? — Negué levemente con la cabeza. — Me estás preocupando.

—Mamá, ¿qué le pasa?— Me alejé de ella, quien se veía confundida y me arrodillé en el suelo para estar a la altura de mi hermano y poder abrazarlo. — Suéltame, quiero ir a jugar. — Llené su rostro de besos a pesar de que él luchaba por alejarme para limpiarse.

—Te extrañé mucho, Topito. — Una vez que me tranquilicé, subí a mi habitación y me di una ducha de agua fría para tratar de aclarar mi mente.

Cuando salí del baño caminé hacia la cama y me acosté antes de meter la mano en el bolso. No solía llevar muchas cosas así que encontrar mi teléfono no fue difícil. Con él en mi poder, traté de encenderlo, pero fruncí el ceño al ver que la pantalla no se iluminaba.

—Qué raro, creí haberlo apagado...— Murmuré por lo bajo mientras lo conectaba.

El silencio se apoderó de la habitación y aunque mis pensamientos eran un caos, el cansancio que sentía era mayor, por lo que en pocos minutos fui arrastrada al mundo de los sueños.

Al despertar, lo primero que hice fue desconectar el cargador, pero no me tomé la molestia de encender el teléfono porque sabía que no tenía mensajes o llamadas perdidas. Esa era mi realidad, no tenía amigos y los pocos conocidos que poseían mi número no eran lo suficientemente cercanos como para escribirme sin ninguno motivo.

Después de desayunar y de despedirme de mi familia, salí hacia la biblioteca con la intención de entretenerme. Cuando llegué a mi destino, saludé a la Sra. Treswalt y me dispuse a leer cada libro que tomaba al alzar. Para mi sorpresa, algunas de las cosas que había visto, leído o escuchado en el medievo, estaban escritas en aquellas páginas, sin embargo, asumí que se trataba de temas que había encontrado en otra parte y no podía recordarlo. Volví a caer en la cotidianidad más rápido de lo que me hubiera gustado.

Destino Medieval© EE #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora