👑Capítulo XXIV👑

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El rey Malek de Edevane dijo que volvería pronto, pero seguía esperando fielmente su regreso. Ningún soldado había dado señales de vida desde que partieron y eso nos tenía muy preocupados.

El pueblo continuaba estando intranquilo, la atmosfera que rodeaba a Britmongh estaba cargada de incertidumbre y temor y el silencio que había era sepulcral, como si hubiera sucedido algo en las entrañas del bosque y la tierra. Durante las noches, ese terrible mutismo era inquietante, tanto que por las noches era imposible conciliar el sueño.

La única muestra de alegría y tranquilidad que existía eran las risas de los niños, quienes ignoraban lo que estaba sucediendo a su alrededor. Ellos estaban en el interior de una pequeña burbuja que nadie deseaba reventar.

En mi caso, a pesar de que dormía en su aposento y de que su aroma se impregnaba en mi piel, no era capaz de descansar por más de dos horas seguidas. El hueco que tenía en el estómago me impedía alimentarme bien y lo único que podía hacer era encargarme de las obligaciones del rey mientras no estaba. Pese a ya conocer lo que debía hacer, siempre le pedía a Arthur que revisara mi trabajo para evitar enviar algún error o provocar algún enfrentamiento innecesario.

Vielnatt era uno de esos pueblos con los que había que tener mucho cuidado, sobre todo porque ya había una tensión entre nosotros y parecían querer aprovecharse de eso para traicionar a Malek. Sabía que estaban esperando a un mínimo error para tratar de apuñalar por la espalda a mi esposo, pero eso no iba a suceder mientras él estuviera fuera del castillo.

Me encontraba en el despacho, terminando de organizar los pergaminos que había revisado y encargándome de dejar todo preparado para el día siguiente, cuando escuché gritos a la distancia. Salí de la oficina lo más rápido que pude y me asomé en el vano más cercano para poder saber qué era lo que sucedía.

El grito del hombre fue acallado por el galope de cientos de caballos. En esos momentos no supe si debía asustarme porque nos atacaban o sentir alivio porque podía tratarse de los soldados que regresaban a casa.

Mis dudas fueron respondidas cuando un nuevo grito se escuchó sobre el ruido de los galopes.

— ¡El rey ha vuelto! ¡El rey ha vuelto! — Mis piernas se movieron solas y cuando fui consciente de lo que hacía me encontraba corriendo hacia la entrada principal.

El rey cumplió con su palabra. Mi Malek regresó a salvo.

Cuando llegué a la entrada estaba visiblemente despeinada y fatigada, por lo que pasé las manos por mi cabello para acomodarlo lo más rápido posible y traté de regular mi respiración. En esos momentos lo que me interesaba era parecer una reina, solo deseaba asegurarme de que mi esposo estuviera bien.

De entre el mar de jinetes y caballos apareció él, con su mirada penetrante y aura imponente. Estaba sobre Octov, pero eso no duró demasiado porque bajó para acercarse a sus soldados, quienes tenían atados de manos y pies a unos hombres con aspecto grotesco.

Sus miradas me causaban terror, era como si estuviera viendo a los ojos a la personificación del mal.

— Estos salvajes son los culpables de las desapariciones. Ellos ejecutaron a nuestros hombres, se alimentaron de sus pieles. — Me cubrí la boca con mis manos para tratar de ahogar un jadeo.

Esos hombres eran caníbales...

— Yo, Malek de Edevane, rey de Britmongh, ordeno su ejecución. Morirán con la salida del alba y que esto les sirva como una advertencia. Todo aquel que ose a alimentarse o torture a otro pueblerino, será ejecutado. Esto no es solo para Britmongh, es para toda Europa. — Masculló entre dientes mientras el pueblo gritaba en apoyo a sus palabras. — Llévenlos a los calabozos y asegúrense de que no escapen. Soldados, vuelvan con sus familias y descansen. — Con eso dicho, comenzó a avanzar hacia la entrada del castillo.

Destino Medieval© EE #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora