Min Yoongi se ha dedicado al arte de los tatuajes desde los quince años, cuándo él y su mejor amigo se hicieron su primer tatuaje juntos- de manera ilegal, por supuesto- descubrió su enorme gusto por ellos, así que decidió hacer de ese gusto, un neg...
Qué jodido loco ¿cómo se le ocurre perseguirme por siete calles? ¿no era obvio que lo estaba ignorando? al menos logré perderlo después de camuflarme entre aquel tumulto de gente.
Me gustaría decir que ahora que veo mi casa, podré sólo entrar y descansar, pero eso es imposible, desde aquí puedo escuchar el estruendo de los platos al caer, los gritos a raíz de las discusiones de mis progenitores. No soy tan masoquista, no quiero que se desquiten conmigo después, así que sin más opciones, me siento en la acera frente a mí condominio—que realmente no se siente mío— y a esperar a que de la medianoche, ambos estén dormidos y así escabullirme hasta mi habitación.
Lo de siempre.
—Son las ocho, a idear un plan de entretenimiento para las siguientes horas— cosa que no sería tan tediosa si tuviese amigos, pero mi capacidad para socializar es... bueno, no existe tal capacidad— le daré la vuelta a la manzana.
Me pongo de pie, me doy cuenta de lo mala que es mi condición cuando me duele la espalda y me crujen los huesos.
Una risa burlona se escucha y brinco en mi lugar, levanto la vista y es el chico pálido, hermoso, tatuado de cabello menta acercándose a dónde estoy.
Me extiende mi jodido cuaderno de dibujo, eso quiere decir que yo, Hwang Harie, escapé de un hombre lindo que solo quería devolverme mi vida—porque literalmente en ese cuaderno está mi vida entera— incluso después de que hice el ridículo.
En conclusión; me quiero morir.
—Debes sentirte muy estúpida en este momento ¿cierto?— su voz es grave, suena como al tipo de voz estimulante que cualquier chica disfrutaria de escuchar en las mañanas— debo decir que es la primera vez que corro tras una chica en mi vida.
—Gracias— supongo que solo queda resignarme y aceptar mi humillación— diría que te pagaré el favor, pero no tengo dinero, así que si quieres te acompaño al bus.
Siganme para más consejos de conquista, él se ríe, sus manos van a parar a los bolsillos de su pantalón, ahora que reparo en su vestimenta, luce muy bien, camiseta negra pegada al torso, jeans de igual color, botas negras y un cárdigan verde con las mangas recogidas hasta los codos.
Es muy guapo, desgraciado, y así quiere que no le miren, pues que se haga un transplante de rostro o algo así.
—Min Yoongi— se presenta, estira su mano y acepto su saludo— y está bien, no estoy tan lejos como para tomar un bus.
—Hwang Harie.
—Eres muy buena— señala mi cuaderno, que metiche, ya lo vió todo— ¿son diseños tuyos? la mayoría tienen bastantes detalles, se ven muy reales.
Eso me ablanda un poco, sonrío de boca cerrada, es primera vez que recibo un cumplido por mis dibujos.
—¿De verdad?— asiente— gracias, significa mucho— siento que debo halagarlo también, así que señalo a su brazo derecho— ese es muy bonito, me gustan los colores.
—Que bueno que te guste, porque dolió bastante y me demoré tres días enteros diseñandolo— sonríe— soy tatuador.
Justo cuando pensé que no podía ser más increíble.
—¿Enserio? qué genial— abro la boca— ¿todos esos los diseñaste tu? eso es muy impresionante.
—Gracias.— sonríe, incluso puedo ver sus encías, eso le da cierto toque adorable, siento mi cara roja, por lo que trato de que no se note, bajando la vista al suelo, realmente es guapo y el solo hecho de que lo sea me pone muy nerviosa— La verdad es que te seguí todo el camino hasta aquí porque me gustaron tus dibujos, muchísimo— oh...—tengo un estudio de tatuajes por aquí cerca, no sé si lo conozcas...
El único estudio de tatuajes cerca es Melínoey vaya que es conocido, muchos de los chicos que viven por aquí, presumen haber sido tatuados allí.
—¿Melínoe?— asiente— vaya, al tatuador más conocido de estos lados le gustaron mis dibujos, eso es algo que no me sucede nunca.
—Exagerada— se nota que le ha gustado—me preguntaba si tenías problemas en que conversáramos allí, sé que es un poco tarde pero prometo volver a traerte hasta aquí.
Observo mi casa, ni quien quiera regresar, de todas maneras, y esto suena a propuesta, lo que tal vez me dé dinero, necesito ganar dinero si quiere irme de aquí.
Así que acepto.
—Tengo hasta la media noche.
—Tu toque de queda es bastante permisivo, Harie— caminamos, me río porque si supiera lo que ocurre allí dentro, entendería porque no tengo en absoluto ánimos de cruzar la puerta— tienes un cabello muy largo, supongo que te lo han dicho.
Nadie me habla.
—Lo sé, siempre digo que voy a cortarlo, pero termino olvidando hacerlo— llega al final de mi espalda, toco las puntas— al ser tan lacio y grueso, se vuelve tedioso.
—Se ve bien— ríe— tú quieres cortarlo, cuando hay tantas chicas usando extensiones, irónico.
—Siento que me vería mejor con el cabello corto— me encojo de hombros, cambiando el tema— te ves joven, demasiado.
Vira los ojos, asintiendo.
—Tengo veinte, me lo dicen mucho— se aclara la garganta— eres demasiado joven para tener un negocio, puto suertudo.
La gente debería guardarse sus opiniones acerca de la vida ajena, pero no es como que se pueda esperar mucho de la raza humana.
—Ya quisiera a mis veinte tener mi propio negocio, ser totalmente independiente y esas cosas— señala la izquierda, hay más flujo de personas y ya puedes ver a lo lejos el estudio— me parece asombroso, que seas joven no te quita crédito.
Creo que él es sólo unos centímetros más alto que yo, pero aún cuándo la diferencia no es mucha, debo mirarle hacia arriba.
Algo extraño pasó cuándo conectamos miradas, bastante extraño.
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