I

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Miraba en la imperturbable oscuridad, viendo como el sol se terminaba de esconder, como el viento acariciaba mi piel con suavidad, haciendo que inmediatamente se erice ante lo frío que se sentía, y a pesar de ello, todavía seguía sintiendo el calor del verano, que era algo insoportable a pesar de correr viento. Con una sonrisa en los labios saque de mi bolsillo el paquete de cigarrillos que tenía y me puse uno entre los labios, del otro bolsillo de mis bermudas saque un encendedor y lo encendí, casi de manera inmediata inhalando el humo, manteniéndolo por unos segundos y soltarlo con tranquilidad, viendo como el humo y por poco me envolvía, pero disfrutaba de la paz que sentía en ese momento.

—Argentina— volteé solo por unos instantes para observar a Bolivia parada detrás de mí, pero decidí volver a mirar al frente, admirando la cuidad autónomo de Buenos Aires.

Sentí sus pasos acercarse y se sentó entre mis piernas, aprovechando que yo estaba sentado, enfrentandome con seriedad, pero me mantuve neutral, esperando a que hablara. Yo esperé paciente, no sabía lo que tendría que decir, pero sabía en parte que no iba a agradarme. Ni siquiera sabía por qué seguía soportandome, cuando era más que obvio que nosotros no íbamos a llegar nunca a ningún lado.

—¿No sentiste nada?— pregunto apoyando una mano cerca de mi corazón, donde una clara cicatriz lo atravesaba, aprovechando también que tenía la camisa abierta

Puse una mano sobre la suya, sonriendole, alejándola de esa parte de mi cuerpo.

—Ya no.

—Te volviste tan frío— dijo con ese característico acento que muchas veces me ponía duro, hasta que empezaba a reclamarme, ahí es cuando me resultaba gastante tenerla conmigo.

—Es mejor así— le aseguré con tranquilidad, llevando el cigarrillo a mis labios, para soltar el humo de forma suave sobre el rostro de Bolivia, mirándola con tranquilidad, pero claro deseo.

Sabía que mis ojos debían estar brillando, en la oscuridad era más fácil de notar cuando eso pasaba.

—Deja de contestarme como si no te importará— me reclamó torciendo el gesto, haciendo que suspiré con algo de pesadez y palmeara su muslo izquierdo con suavidad.

Bolivia entendió el mensaje y se bajó de mi regazo, para apoyarse en el balcón cruzándose de brazos delante mío, llevaba solo una de mis tantas camisetas de fútbol de la selección argentina, me veía seria y sabía que ya estaba enojada conmigo, aunque no entendiera por qué está vez, últimamente entenderla se me había vuelto tan complicado que deje de darle vueltas a lo que decía y a ignorarla más, simplificaba las cosas.

—¿Y qué querés que te conteste?— pregunté ya algo harto apoyando mis codos en mis rodillas mirando en dirección a sus pies, sin ganas de volver a pelear.

—Mírame por lo menos cuando te habló— me reclamó enojada, me agarró el mentón y me hizo levantar la vista para que la viera, cosa que me molestó, haciendo que la agarrara de la muñeca tirando mi cabeza para atrás, quitando su mano.

—Si va a ser así cada vez que vengas podés ir rajando— le pedí poniéndome de pie metiéndome al interior de la casa, ella me siguió desde atrás empezando a gritar.

—¿Te pensás que me podés echar cada que se te cante?— me reclamó de nuevo siguiéndome hasta la cocina, donde me dirigía. Había notado muy tarde que de tanto tiempo que pasaba conmigo muchas de mis expresiones se le habían pegado.

—Los dos ya no queremos esto, se terminó— le dije con algo de molestia, decidiendo por fin terminar con algo que ya no disfrutaba.

Fue divertido mientras duró, pero los reclamó y peleas no incluyen algo que me divierta o me interesa mantener a largo rato con alguien.

Bolivia gritó algunos insultos que de momento no capte ni entendí por lo rápido que hablaba y subió hasta mi pieza buscando su ropa después de tirarme a la cara la camiseta que ella tenía puesta y era mía.
Ya vestida ella se volteó a verme, haciendo que le sonría mínimamente mientras levantaba el vaso donde me había servido vino, ella me miró con asco y cerró la puerta como si fuese de oro. Solté una risita y le di un trago al vaso para dejarlo sobre la mesada terminando el cigarrillo, no me gustaba fumar dentro de la casa pero lo necesitaba.

Mi teléfono sonó, haciendo que terminará el vaso de un trago y contestará no sin antes ver quién era.

—México.

Narigon— saludo con emoción, escuchaba la música de fondo, algo típico de él— ¿vas a la verga esa de ONU?

—Mierda— me frote la frente con algo de molestia— ¿cuándo pingo era? — pregunté sin controlar mi léxico, sabía que de alguna u otra manera me iba a entender.

—Mañana joto de mierda— se le notaba alegre, siempre sonaba alegre, era algo que admiraba de México, yo ni cuando estaba en pedo sonaba así de alegre.

—Si pinta voy— le dije de manera desganada.

—No faltes wey, ONU se va a poner pesado si faltas, después vas a tener a Chile detrás tuyo porque ONU lo obligó a ir a verte por si te moriste.

—Eso pasó sólo una vez— dije alzando el tono de voz— tampoco es que sea tan boludo como para hacerlo por segunda vez y que se den cuenta.

—Wey...— ese tono de reproche, ese tonito de mierda que ya me hacía saber que México no estaba de acuerdo con lo que decía.

—Si voy a ir, denso— lo interrumpí antes de que me diera un sermón.

—Más te vale, nos vemos pinche putito.

—Chau trolo de mierda.

—No me extrañes joto.

—Tu culo.

Escuché la risa de México antes de cortar sacándome una sonrisa mínima que eliminé de inmediato.

En una junta de la ONU podía salir lo que sea.

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Holaaa! Esta es mi primera historia de Contryhumans, y espero en serio que les guste, pueden comentar y votar si les gusta o no la historia, tu opinión es muy importante.

Esta historia ya está terminada, pero ire subiendo de a poco los capítulo.

QUIERO ACLARAR QUE ESTA HISTORIA CONTIENE CASI NADA DE ROMANCE. Es decir que solo van a ver cómo Argentina se folla a alguien o cómo le tiene ganas a alguien, pero él no va a tener pensamientos románticos hacía nadie o no de una forma fuerte o significativa.

Sin más que decir, me despido, chau mis bochas de helado.

Niños malos [#C.H 1] |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora