Narrador omnisciente:
No pensó que recorrería aquellos pasillos de nuevo tan rápido, pero no quería perderse aquel citatorio, a pesar de que la herida en su pecho se abría cada vez más y menos aire entraba a sus pulmones, se sentía sofocado, tenía instalado en su garganta un nudo que le impedía hablar sin soltar un quejido lastimero. Siguió avanzando a pesar de estar a punto de desfallecer, y es que quería que todos vieran de lo que era capaz, quería dejar todo claro, aunque muera en medio de aquella reunión, quería dejar en pie su presencia, su espíritu y esencia y que nadie nunca olvide su nombre.
Estaba tan cansado. Cuando planeo todo, la sed de venganza y la ira cortina por sus torrentes sanguíneos, dándole la energía y motivación suficiente que pudiera necesitar para alcanzar todos sus objetivos, pero ahora que los había cumplido, ya no sabía qué hacer con respeto a su vida, ni que nuevo rumbo darle, ni siquiera sabía si merecía seguir viviendo.
Argentina abrió las puertas del salón de reuniones donde la ONU, conjunto con el resto de los países lo esperaban, sabía que no iban a poder atacarlo, a pesar de que ganas no debía faltarle a nadie. O por lo menos, sabía que durante la reunión solo se atreverían a atacarlo verbalmente.
En silencio, camino entre esas miradas indiscretas hasta su lugar, donde se dejó caer sin cuidado alguno, soltado un suspiro sonoro y cansino, haciéndole saber a todos que estaba débil, no necesitaba ocultarlo, no quería ocultarlo, se había cansado de mentir.Unos segundos de silencio predominó por toda la sala, hasta que los ojos celestes y cansados del argento se posaron el la ONU, a pesar de notar la mirada perdida y verse agotado de aquel país, el organismo no le quedó de otra que comenzar con aquella reunión.
—Supongo que sabes la razón por la que te citamos aquí ¿No Argentina?
—Sea de lo que sea que me acusen, acepto los cargos— comenzó Argentina tranquilamente, como si no estuviera muy preocupado por los mismos— sea lo que sea que piensen que hice, yo se los afirmó, lo hice y no me arrepiento para nada— posó su mirada en Inglaterra y Francia, ambos serios mirándolo como si fuese el peor de los monstruos y se preguntó si alguna vez él los miro de la misma manera— solo me quiero disculpar con Alemania— ahora sus ojos buscaron al ente, encontrándolo junto a España e Italia, que lo veía horrorizado, con miedo, y esa mirada le dolía más que las miradas de desprecio que Inglaterra y Francia le dirigían— discúlpame por todo esto, tu viejo nunca haría algo para lastimarte.
—¡¿Cómo te atreves a hablarle después de todo lo que hiciste?!— le grito España completamente indignado por la actitud tan despreocupada que adoptaba aquel país.
Argentina no se mostró muy afectado por ese reclamo, venía preparado para afrontar ese tipo de ataques, y decidió ignorarlo deliberadamente, aún mirando a Alemania por unos cortos segundos, para después pasar a ver a España.
—Silencio— pidió Argentina sin levantar la voz, hasta casi resignado, como si la situación lo cansará completamente y quisiera acabar rápido con esto— algunas cosas me hubieran gustado que ocurran de manera diferente, otras salieron tal y como las planee, arriesgue demasiado, perdí también demasiado, y ahora estoy cansando. Pero no pienso dar detalles de mi plan, no voy a confesar. Desearía inclusive darles unas disculpas sinceras pero tampoco puedo— Argentina rió de forma ronca y seca, como si le costará hablar, haciendo que la paciencia de más de uno estuviera a punto de acabarse— sé que muchos ahora mismo están esperando para que termine la reunión y re contra mil cagarme a piñas, lo merezco— aseguró— pero no pienso darles esa satisfacción— aquella oración pareció llamar la atención de todos los presentes— me queda nada de vida, mi pueblo se revelo en mi contra y mis hijos ni me hablan, todos me dieron la espalda y los únicos que me apoyarían me encargué que no vean luz del día, estoy sólo, literalmente estoy aquí presente, con lo último que me queda de energía.
Argentina tosió de forma sonora, una tos seca y ahogada, demostrando su punto de vista cuando le costó volver a respirar, y sus heridas se habrían más, manchando sus ropas con aquella sustancia negra.
Italia se levantó de su lugar al ver el estado tan decadente del argentino, pero este al verla de pie, le pidió con amabilidad y tranquilidad que volviera a tomar asiento con un gesto de mano, lo que Italia, no tan convencida de ello, decidió obedecer a pesar de sentir la necesidad de ir corriendo en dirección al país que consideraba su hijo.
—República Argentina va a morir, para dar paso a una nueva Argentina, una que vaya de la mano con los ideales del pueblo, y estoy seguro que Gran república Argentina va a poder encontrar un balance también con ustedes.
—Argentina ¿Qué es lo que estás querido decir?— pregunto México.
—No hagas nada pendejo mamahuevo— le pidió Venezuela frunciendo el ceño, haciendo que Argentina ría de nuevo.
—No me van a ver caer por manos ajenas— declaró, su tono de voz tan seguro y firme con respecto a lo que decía, como si fuese una decisión definitiva, la determinación y la seguridad con la que lo decía hizo a más de uno erizar la piel, porque no veían al Argentina sonriente que bromeaba durante todas las reuniones, o que hacía reír a todos con alguno de sus comentarios, no veían a un argentino arrogante que presumía de sus virtudes solo para molestar a los demás, cuando en realidad no le gustaba hablar de sí mismo. No veían nada de eso, en su lugar, veían solo es fantasma de lo que alguna vez Argentina fue, porque este ente, este ente que estaba delante de todos y les decía con tranquilidad que había asesinado, engañado y manipulado a más de uno. A todos les gustaría creer que no era su Argentina, que no era aquel chico lleno de vitalidad, pero que ahora parecía estar esforzándose en respirar, este ente perverso y cruel, tan ambicioso que no le interesó pasar por encima de los que fuese necesario para cumplir su meta, tanto veían a ese Argentina, y ajustarse a esa nueva realidad los perturbaba— por favor, no lo tomen personal.
Argentina sacó de su cintura un arma y de forma rápido la llevó a su boca, jalando del gatillo sin siquiera dudarlo, haciendo que el estruendo del disparo inundará toda la sala seguido de los gritos aterrados de la mayoría de los países, mientras que la sangre y parte del cráneo de Argentina manchaba el piso de la sede de la ONU, el pánico empezó a rondar por toda la sala mientras veían la trágica escena, el cuerpo inerte de Argentina mientras que su sangre goteaba hasta el suelo.
En aquella cede de la organización de las naciones Unidas, luego de que República Argentina haya sido citada, el mismo saco un arma y se disparó, suicidándose el mismo frente a todos los países que conformaban dicha organización.
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Ripio Argie.
Esperen ¡CON LA PALA NO!
Ripio la escritora.
No ya hablando en serio, me dolió un montón matar a Arge, porque o sea yo soy de Argentina tipo acabo de asesinar a mi propio país (._. ) peeero todo lo que hago tiene una explicación y siempre está entramado.
Este es, lamentablemente el último capítulo de esta historia y ya, lo que sigue es el epílogo y el agradecimiento como también futuros proyectos que tengo decidido publicar.
Chauuuu
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Niños malos [#C.H 1] |COMPLETA|
General FictionArgentina casi nunca tenía malas intenciones, casi siempre andaba caliente y todo el tiempo se hacía el paciente. Argentina sabía que nadie era un santo, que el mundo era un espanto y que todos eran malos. Sabía que los países deforman el mundo a su...