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Joaquin no supo a dónde se fué Emilio luego de eso. Sólo sabía que no había aparecido en toda la noche, que volvió en la mañana, buscó las cosas de la universidad y se fué, ignorando sus súplicas para hablar.

Y fue cuando Joaquín se rindió.

Se había dejado llevar demasiado por los instintos de su lobo, y los instintos no funcionaban para las personas, y menos para alguien tan poco lobo como Emiloo.

Mandó a la mierda a su lobo interior, quién quería que el azabache le diera atención, y también mandó a la mierda a Emilio.

Acomodó las sábanas sobre la cama al rededor de él, dejando una para cubrirse hasta tapar su cabeza, para sentirse más protegido, y sólo se quedó allí abrazando la almohada.

— Wow, llegas temprano— dijo Emma al ver al azabache entrar al supermercado, no había terminado de subir la reja de la entrada y Emilio sólo había entrado agachándose, sin disminuir su paso apresurado.

La rubia frunció un poco el ceño al no escuchar respuesta por parte de Emilio.

— ¿Te pasa algo? — dijo, entrando a la sala de los empleados para ver a Emilio haciendo café en la cafetera con expresión seria pero con un dejo de enojo.

El chico de encogió de hombros, sin siquiera mirarla. Emma notó las ojeras oscuras bajo los ojos de Emilio.

—Mira, no te he hecho nada para que estés enojado conmigo, así que te me calmas— el tono de Emma sonaba hartado, apenas había empezado el día y ella no estaba para soportar a un universitario actuando como un niño ofendido.

— Justamente, Emma, no me has hecho nada— dijo, luego de unos segundos de mirarla con frialdad—. Y por eso no te importa cómo mierda esté, ya que no es tu culpa.

Emma se mordió el labio con fuerza, en un acto insignificante para calmar su enojo.

— Estás peor que una niña en su primer celo, Mailo— dijo, alzando una ceja—, tu puta madre... Y salió del lugar, más enojada de lo que había entrado.

Emilio no dijo nada el resto de la mañana, haciendo su trabajo en silencio y con la misma expresión seria, casi molesta, que cargó toda la mañana.

Emma no se molestó en hablarle, la chica también estaba ofendida por la actitud de mierda de Emilio hacia ella, no le había hecho nada para ser tratada así.

Pasó su turno y Emiloo dejó su delantal y tomó sus cosas, sin decir nada ni despedirse, caminó hasta la universidad a paso apresurado, seguía molesto, por lo que llegó un poco más temprano a su destino.

Vió a la castaña bajar de una motocicleta, hablando por teléfono con una sonrisa, la que se borró rápidamente al ver la expresión seria con la que Emilio la miraba.

— ¿Te pasa algo, Mailo? — preguntó Sofía, acercándose al azabache.

Fue cuando Emilio se dió cuenta que había detenido su paso al cruzar a la alfa de ojos verdes.

Sin decir nada, continuó caminando.

Unos pasos apresurados lo siguieron y la bibliotecaria apareció a su lado, fue cuando Emilio notó que la chica era de su misma estatura.

— Tienes el mismo olor de ayer, un poco menos— comentó—, aunque un poco diferente...

"No tomó los supresores" pensó.

Emilio no respondió.

— ¿Está todo bien?

El azabache lo miró, sin cambiar su expresión.

Delta/EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora