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Caminando torpemente por el pasillo, arrastró los pies hasta que llegó al comedor. 

— La bella durmiente despertó — escuchó, y miró con algo de odio al pelinegro que pasó junto a él, bastante alto, atractivo y muy parecido a Emma para su gusto.  Un gruñido bajo hizo que el chico se encogiera un poco.  En menos de un segundo, sintió unos brazos rodearlo en un abrazo, apretandolo lo suficiente como para hacer aparecer una mueca en su rostro.  Enfocó su vista en el cabello naranja rojizo de quien lo abrazaba. 

— Asher, vas a romperme— murmuró, con apenas aire por la fuerza del abrazo.  Su hermano lo soltó al instante, alejándose un poco, para aún sosteniéndolo por los brazos, murmurando un "Lo siento" varias veces, mientras sonreía. 

Emilio respiró el olor familiar del pelirrojo, arrugó un poco la nariz, nunca había sido su aroma favorito, y era más fuerte de lo que recordaba.  El castaño asintió, sonriendo, para que Asher dejará de pedir disculpas. 

— ¿Qué te has hecho en la cabeza? — murmuró, mirando aquel negro  que lo hacía ver incluso más pálido de lo que estaba. 

— ¿Y quién habla? Pareces una zanahoria— contraatacó. 

Asher rió, lo volvió a abrazar, Emilio hizo un esfuerzo para devolverle el gesto, el sueño se había despejado y su cuerpo volvía a doler, así que el sólo mover sus brazos le dolía.  Al separarse, el pelirrojo frotó sus ojos, despejado una lágrimas, cosa que de alguna manera le dolió a Emilio. 

— Tienes que tomar algo— le dijo Asher, un poco más tranquilo—. ¿Puedes caminar? ¿Te ayudo? 

Emilio negó, por más que le hubiera servido la ayuda de su hermano quería hacerlo solo, por orgullo.  Al llegar a la mesa, se sorprendió cuando Emma acomodó una silla para que se sentara. 

— ¿Quieres un té? — preguntó la rubia—. Normal, saborizado, con miel...¿O prefieres una chocolatada?

Emilio lo pensó un momento. 

— Creo que quiero algo que me haga más dulce... Chocolatada— dijo—, por favor. 

Emilio asintió, fue hasta la cocina para preparar lo que le había pedido.  Al voltear, se encontró con la mirada de Asher sobre él. 

— ¿Sabes cuánto te extrañamos? 

"Mierda" pensó, Emilio frunció sus labios en una mueca, sabiendo que el otro iba a empezar la conversación que no quería tener, no sabía si había creído que durarían más tiempo sin hablar del tema o qué, pero no se sentía listo. 

— N-No puedo- 

— Ya lo sé, Emi— lo interrumpió—. Dios, ¿Creías que no lo sabía? Nuestra familia es da las más importantes en Daegu, ¿Crees que no contratamos detectives privados? ¿O que no mandamos a unos cuantos a golpizas porque no querían hablar? 

El azabache quiso desaparecer, cerró con fuerza los ojos, frotando su rostro. 

— ¿Por qué no nos dijiste? ¿Por qué te fuiste sin más? 

Emilio negó varias veces. 

— No quería decirlo— murmuró—. Es vergonzoso, es horrible, me sentía mal conmigo mismo... No quería que me vieran como una vergüenza. 

— ¿Preferías dejarnos? — el tono de Asher era firme—. ¿Sabes todas las posibilidades que pensamos de lo que había pasado? ¿Que habías muerto, que estabas secuestrado en algún lado? ¿Sabes todo lo que pasamos para al final consolarnos con la idea de que sólo estabas desparecido? 

Delta/EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora