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De nuevo, en todo el camino hacia el departamento, Emilio no soltó la mano de Joaquin, aunque esta vez, el omega estaba seguro que era a propósito, porque el otro solía mirarlo cada tanto, sonreírle y dejar un beso en su mano con cariño. 

Un domingo temprano, con todo el exterior abrigado en nieve parecía la excusa perfecta para que nadie saliera de su departamento, y los pasillos del edificio estaban tan vacíos que daba la sensación que todo el mundo los habían dejado para que ellos hagan lo que quisieran. 

Emilio apenas terminó de cerrar la puerta con llave cuando Joaquín volvió a lanzarse sobre sus labios, sonriendo y respondiendo al instante, mientras comenzaba a quitarle prenda por prenda al otro, dando pie a que el omega hiciera lo mismo.  El camino hacia el dormitorio fue regado de ropa de abrigo que ahora era innecesaria. 

Emilio alzó el cuerpo de Joaquin, y este enganchó sus piernas alrededor de las caderas del otro, sin dejar de besarlo.  El omega comenzó a frotar su bulto contra la parte baja del estómago de Emilio, haciendo un esfuerzo para llegar hasta el miembro del azabache, provocando que este suelte un jadeo contra sus labios. 

Emilio dejó a Joaquin sobre la cama, de forma suave, pero se sorprendió cuando el omega fue un poco más brusco al girar sus cuerpos, cambiando de posiciones. 

La sonrisa en los labios de Joaquín ya no era tan adorable, sino más atrevida.  El chico no le permitió hablar, quitando su remera para luego hacer lo mismo con la de Emilio, para continuar bajando los pantalones y boxers del otro, mirando el falo semierecto con un brillo en los ojos. 

Emilio vió cómo el otro se relamió los labios y supo que Joaquín no pediría permiso. 

El omega acercó su boca para pasar su lengua desde la base hasta la cabeza del caliente miembro de su hyung, haciendo que este gimiera bajo, mordiéndose el labio con fuerza.  Joaquín lamió un par de veces la cabeza,  jugando con su lengua con la misma, y con el orificio en esta que comenzó a gotear presemen.  Sintiendo el falo cada vez más duro y erecto, metió todo el largo en su boca, ahuecando sus mejillas, succionando mientras pasaba su lengua sobre el mismo. 

Escuchaba los gemidos bajos de Emilio, acompañando sus jadeos, que no llegaban a silenciarse del todo por el miembro en su boca, subiendo y bajando, haciendo presión con sus labios alrededor del mismo.  Sintió los dedos de Emilio enredarse en su pelo, dando leves caricias en su cuero cabelludo mientras lo ayudaba con el ritmo. 

Emilio sentía que no iba a aguantar mucho más tiempo sin venirse en la boca de Joaquin, aunque no le disgustaba la idea ni un poco.  De golpe, Joaquín se retiró del miembro de Emilio, haciendo que este abriera los ojos, viendo al omega acercarse con una sonrisa pícara, mientras se lamía los labios, notó que Joaquin ya no tenía sus pantalones, quedando ambos desnudos, pero el chico se apoderó de sus labios, creando un beso húmedo, algo salado, y llenó de sensaciones que hizo a Emilio cerrar los ojos para hundirse más profundamente en ellas. 

Sin cortar el beso, Joaquin acomodó el miembro de Emilio en su entrada, húmeda, pidiendo consolarse.  Comenzó a bajar sobre el miembro, soltando un gemido tanto de placer y de dolor por su cavidad aún estrecha.  Ante ese sonido, Emilio abrió los ojos para mirarlo con preocupación, tomando su mano para entrelazar sus dedos. 

—E-Estoy bien— respondió Joaquin con una sonrisa, algo entrecortado por su respiración agitada, sintiendo el cambio de actitud de Emilio. 

—No quiero que te duela— dijo el otro, mirándolo a los ojos, dejando una caricia con el pulgar en su mano—. No quiero lastimarte. 

Joaquin sintió su pecho florecer, y no sabía cómo podría haber dudado si Emilio lo quería o no, luego de esas palabras, de eso tono tan suave y de los ojos tan sinceros que se mantenían sobre los suyos.  Besó con una sonrisa los finos labios de Emilio, no fue un beso como el anterior, este era de puro cariño.  Se separó para acercarse al oído del mayor. 

—Quiero sentirte hasta mañana, hyung— susurró, causando un pequeño escalofrío a Emilio.  Esta vez fue Emilio quien tomó los labios del otro, mientras esté continuaba descendiendo por su miembro con lentitud, ahogando los gemidos con el beso. 

Aún sintiendo que a Joaquin le dolía, apretó su mano con protección, callándolo cuando el omega quiso disculparse al morder su labio sin querer cuando el dolor superó un poco el placer, hasta que todo el falo quedó dentro de él. 

Emilio sonrió con orgullo, viendo a Joaquin con el rostro totalmente enrojecidos, los labios inchados en una sonrisa y el cabello el revuelto, pensando que era la mejor imagen que podía darle.  Moviendo sus caderas sobre Emilio, causando suspiros pesados, hasta que su entrada se adaptó, comenzando a subir y bajar sobre el miembro, de a poco en principio, subiendo un poco más cada vez, dejándose caer cada vez más rápido, más brusco, con ganas de más.  Gimió fuerte cuando comenzó golpeando en su punto. 

Debajo de él, Emilio cerró los ojos, concentrándose en la sensación de Joaquin saltando sobre su miembro, en los gemidos fuertes del omega, corriéndose dentro de él por segunda vez, escuchando el suspiro de placer del chico al sentir la calidad de la esencia de su alfa dentro suyo. 

Emilio abrió los ojos, irguiendose un poco, con el nudo formándose dentro de Joaquín, uniéndolos. 

Frunció el ceño cuando notó que Joaquin no había acabado. 

Moviéndose despacio, para que el nudo no lastimara a Joaquín, se sentó en la cama, rodeando la espalda baja del omega, apoyando una mano justo arriba del trasero del chico. 

Tomó el miembro de Joaquin con su otra mano, ganándose una mirada del omega. 

— Si llegué, tu también llegarás— dijo Emilio, impidiendo que Joaquin dijera algo, comenzando a subir y bajar su tacto sobre el miembro del omega, jugando con su glande, girando su mano para tocar de todos los ángulos, haciendo a Joaquin gemir de nuevo.  Acariciando sus glúteos al mismo tiempo, besando su pecho, llegando hasta las clavículas y debajo del collar, dejando marcas y besos, hasta sentir a Joaquin tensarse, cortando sus respiraciones-gemidos, y luego relajar su cuerpo a tiempo que su miembro dejaba salir su esencia. 

Apoyando su frente sobre el hombro de Emilio, giró su rostro para tocar el cuello de su hyung con su nariz, dejando unos besos en este. 

Emilio llevó su mano a su boca, bajo la mirada, entreabierta, de Joaquín, viendo como el otro limpiaba algo de semen del omega con su boca, lamiendo sus dedos. 

Joaquin sonrió ante ese gesto. 

Alzó su rostro para quedar frente al de Emilio, apoyando su frente contra la de este, moviendo su cabeza para frotar sus narices.  El mayor rió con ternura, sentía a su lobo saltar con alegría dentro suyo, ambos estaban felices de estar junto a su omega. 

Emilio abrió los ojos para admirar el rostro de Joaquín con una sonrisa, acomodó sus cabellos, apartando los de su enrojecidos y adorablemente rellenito rostro, besó sus labios suavemente, para separarse a los segundos y volver a mirarlo con admiración. 

Joaquin no podía evitar sonreír al punto en sus ojos eran dos líneas, presionados por sus abultadas mejillas. 

— Joaquin— lo llamó el mayor, acariciando sus mejillas dulcemente—, me gustas. 

Joaquin rió un poco. 

— Ya lo sé, hyung.

Gracias por su bello apoyo✨❤️
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Los Adoro Mil✨❤️

Delta/EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora