Al salir del baño, vestido con una remera gris oscura y unos pantalones negros bastante holgados, con los hombros algo mojados por lo húmedo de sus cabellos, Joaquin fue hacia la cocina, viendo que Emilio no estaba en el dormitorio.
— ¿Hyung? — preguntó, viendo al rubio, de espaldas a él, sosteniéndose con fuerza de la encimera de la cocina.
— No tomaste los supresores— dijo. Joaquin no contestó, no sabía qué le estaba pasando a Emilio.
Emilio giró un poco el rostro para mirarlo de reojo.
— Joaquin, ¿Sabes que acabas de entrar en celo?
Joaquin se sorprendió un poco, se le había olvidado completamente el tema de su celo, al punto de ignorar el por ahora leve dolor en la parte baja de su abdomen, había estado muy ocupado sintiendose mal emocionalmente como para pensar en eso.
— Tu olor me está volviendo loco, Joaquin, vé a tomartelos— se notaba que Emilio estaba apretado sus dientes. Joaquin reaccionó y fue hasta el cuarto, donde, sobre el escritorio, descansaba la cajita con los supresores.
Decidió no volver a la cocina por agua, y en cambio fue al baño, haciendo un cuenco con la manos para tragar la pastilla.
Luego, con precaución, se asomó de nuevo en la cocina, entra vez, para ver a Emilio preparar algo de comida. Emilio sintió el olor de Joaquín de nuevo, volteando a verlo.
— Ya los tomé— dijo el omega, antes de que el otro lo preguntara.
— Supongo que tardará un rato en hacer efecto— dijo el mayor, con un suspiro—. Siéntate, que aún debes comer.
Emiloo le sirvió una generosa ración de arroz, y Joaquin sabía que no lo dejaría irse hasta terminarlo todo. Un poco alejado, Emilio intentaba distraerse del olor del omega. Antes, en el baño, cuando Joaquin había salido de bañera, Emilio había visto demasiado bien su cuerpo, sumado a que su aroma dulce, de manzanas y caramelo, se había hecho más fuerte, aunque quizás era maximizando por el hecho de que el olor a tristeza de antes se había ido, dejando el dulzón. Pero Emilio no podía olvidar de unas ganas enormes que tuvo de besar al omega, y algo más.
Se preguntó si quizás, cuando decidió hacerle caso a su lobo, se había dejado llevar bastante, doblegandose al punto de hasta llegar a bañar a Joaquin, todo porque en su pecho, sentía la necesidad de mimarlo, y cuidarlo como no lo había hecho antes.
Y ahora, a pesar que estaba un poco más calmado, y que el olor de Joaquín también, sentía la necesidad de salir corriendo de aquel lugar. Pero no podía hacerle eso a Joaquin ya bastante lo había afectado al irse la noche anterior. Recordando cómo había paseado toda la noche soportando el frío de principio de invierno hasta llegar a una estación de servicio, que abría las veinticuatro horas, dónde tomó café hasta terminar de liquidar toda chance de dormirse; pero no tenía ganas de hacerlo de nuevo.
Cuando Joaquin terminó su comida, se volteó un poco para verlo, Emilio sólo tomó el plato, diciéndole que vaya a la cama y que él iría luego de lavar. Dicho y hecho, Emilio entró al dormitorio para encontrar que Joaquin había acomodado las sábanas, haciendo la cama de forma prolija, para luego abrir las sábanas, aunque no se metió en estas.
— Emilio hyung, ¿Podría entrar usted primero? Emilio frunció el ceño.
— Así no podrá irse— explicó Joaquin, sonrió un poco—, estará entre mí y la pared.
Emilio pensó en objetar, pero suspiró de nuevo para callarse, repitiéndose que debía ser bueno con Joaquin, siguiendo el consejo que tanto un libro como la bibliotecaria le habían dado. Entró a la cama, dándole la espalda a la pared, viendo a Joaquin apagar las luces y luego caminando en la semioscuridad hasta llegar a la cama.
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Delta/Emiliaco
FanfictionDonde Joaquin es el omega más deseado del momento y Emilio es un delta solitario. Emilio: activo Joaquin: pasivo Principal: Emiliaco Contiene smut/lemon/sexo explícito ADAPTACION!! Tengo el permiso de la escritora para adaptarla. Historia original d...