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"Joaquín, Joaquín, Joaquín"
En su sueño, Emilio parecía estar dentro de un edificio abandonado de infinitas habitación y pasillos, las luces no andaban aunque de alguna manera podía ver, plantas, basura y animalitos eran su única compañía en aquel lugar, aunque no lo ayudaban. Dentro de su cabeza, se repetía una y otra vez el nombre de su omega. En aquel lugar, sentía la presencia de Joaquín en cada habitación, llamándolo, aullando dentro de sí para que lo encontrara, llorando en su soledad; pero cada vez que abría una puerta la habitación estaba vacía. Y así, pasaba a otra habitación, y el volvía a correr para intentar encontrarlo. Repitiendo ese ciclo toda la noche, hasta despertarse, con el nombre del omega repitiéndose en sus labios y lágrimas en los ojos.
Emilio negó para despejar su mente, se frotó el rostro para borrar sus lágrimas y se levantó viendo el reloj en la pared, preparándose sin ganas para ir al trabajo.
Se sentía peor que ayer. El dolor de cabeza aún era leve, pero sabía que en cuanto se le despeje el sueño sería peor, así que tomó los medicamentos que él mismo se había recetado para al menos intentar evitarlos.
Sentía su cuerpo débil, casi adolorido; su nariz y oídos tapados lo hicieron creer que todos esos síntomas eran de una gripe, pero en su interior sabía que no era así. Su lobo lloraba y aullaba, desconsolado, en su interior. Extrañaba a su omega, lo necesitaba.
Emilio estaba un poco confundido, pero su cabeza no lo dejaba pensar demasiado. Él y Joaquín no compartían un lazo, entonces, ¿Por qué se sentía así? ¿Sería por ser predestinados? Los predestinados son amantes de vidas pasadas, que compartieron un lazo tanto en forma humana como lobuna, y son sus lobos que recuerdan al otro, los que siguen amando, y que tienen ese lazo desde vidas atrás. Es un lazo un poco "débil", algo incompleto, para que sea del todo fuerte el alfa tiene que marcar al omega, físicamente, para que estén totalmente conectados. A Emilio no le parecía tan débil.
Él sabía lo que era tener un lazo con alguien.
Cuando lo habían marcado, y había huido, había estado conectado al otro alfa, agobiado por las emociones de otra persona en él, y una extraña sensación de regresar a Daegu (que no tenía nada que ver con extrañar su casa, o su familia), no lo había disfrutado ni un poco. Pero sólo había sido cuestión de semanas para que el lazo que compartían se rompiera, supuso que ese alfa había marcado a otra persona e intentó olvidarse. Ese lazo emocional, propio de su lobo, que tenía con Joaquín era tan o más fuerte que el que había tenido antes. Su lobo sentía que había perdido a su omega, y por más que Emilio le dijera que Joaquín estaba bien, en algún lado, su lobo parecía no creerle. Intentando llenarse con un poco de vida, bebió dos tazas de café antes de salir hacia su trabajo, donde también tomó sin permiso una lata de bebida energética, como la del día anterior.
— Si no la pagas la descontaré de tu sueldo.
Ni la voz de Emma podía hacerle sentir algo de molestia, parecía que todas sus emociones se habían concentrado en dejarle paso a su tristeza. Se encogió de hombros, sin mirar a la rubia. Emma se preocupó un poco. Tal como le había dicho Sofi ayer, Emilio apestaba a tristeza, y muy, muy debajo de todo ese agrio olor, estaba la esencia a café y algo que sólo pude sentir como "muy fresco".
— Emilio—Emma trató de hablar suave, pero sin que se note tanto—, ¿Usaste el perfume del otro día?
El azabache negó.
— Todavía sigue cerrado, en mi casa.
Emma fruncio un poco el ceño.
La semana anterior, luego de comprar ese perfume, había notado el aroma a café en Emilio, aunque un poco apagado por el dulce y empalagoso olor a omega con el que el chico venía cada mañana. Eso la hizo caer en cuenta que Emilio ya no olía a omega. Pensó que la teoría de Sofia acerca de Emilio el "beta" y Joaquin el omega tenía un poco más de sentido. Sin sutileza, tal como era la rubia, sólo se acercó un poco más a Emilio para hablar bajo.
— Emilio Marcos, ¿Qué eres?
El azabache posó su mirada en Emma un momento, pero no contestó, bebió lo último que le quedaba a su lata y se levantó para ir a tirarla. Al entrar a la sala de empleados, lugar donde tenían un cesto para la basura, el televisor estaba prendido, y hablando de quién quería y a la vez no, escuchar.
—... Volvió en la madrugada de ayer, yendo directamente hacia la casa de su prometido, Camilo Anderson.
Emilio frunció el ceño, comenzó a molestarse, viento las fotos de un lobo blanco entrar a la mansión de aquel idiota con corte de coco.
—... Joaquín Bondoni no ha dado declaraciones por sí mismo, su familia asegura que el omega no hablará con la prensa, y cualquier cosa que tenga que comunicar, lo dirán sus familiares por él...
Sintió a su lobo prestar atención a la televisión, impidiendo que Emilio se vaya, y el azabache de sintió algo ridículo, dominado hasta por su propio animal interior.
—... Pero han informado que se encuentra bien de salud, no tiene secuelas y que ya se quedará en la casa de Camilo Anderson.
La reportera sonreía, como si eso fuera algo alegre.
Emilio no pudo evitar gruñir. Pensó en romper esa televisión, y lo hubiera hecho si Emma no habría apagado la misma antes de poder dar un paso. La rubia lo miró con ojos entre miedo y curiosidad. Emilio se obligó a calmarse un poco. Atribuyó su mala actitud al dolor de cabeza, que seguía allí, y no lo dejaba pensar claramente. El aroma a café había aumentado, mezclado un poco con un fuerte olor a ira.
— Alfa— declaró Emma, aún alejada unos pasos del rubio, su omega interior se sentía intimidada, y no la dejaba acercarse a Emilio. Estaba un poco confundida por lo diferente que parecía aquel Emilio del que había conocido. El azabache suspiró pesadamente.
—¿Las chicas siempre son tan entrometidas y pesadas? — murmuró, apretando un poco los dientes para calmarse— Qué bueno que mí omega es hombre...
Emma alzó las cejas ante eso último. Emilio se dió cuenta que no debería haber dicho nada, así que de congeló un segundo antes de salir de la habitación apresuradamente, tomando la primera caja de productos que vió para acomodarlos. Respirando pesadamente para intentar bajar el calor que había subido hacia su rostro repentinamente, intentó concentrarse en su trabajo.
Emma dudó un momento en acercarse o no, de si debía llamar a Sofi primero para decirle que creía su teoría o callar, todavía estaba bastante confundida. Miró desde lejos a Emilio, el chico parecía mucho más calmado, aunque su olor seguía sintiéndose bastante.
— ¡Emma!
La rubia volteó para ver a su abuelo, el dueño del lugar, un hombre alto y de cabello totalmente blanco, que le hizo señas para que se acercara.
— Hay un caballero buscando a Marcos— dijo, Emma alzó las cejas con sorpresa—, está en la entrada, llámalo.
Emma sólo asintió, llendo hasta el chico sin apuro y diciéndole un "Te buscan en la entrada" sin más. El azabache dejó de acomodar los productos, para caminar hacia la salida sin mirarla. Emma notó que Emilio tenía el rostro más rojo de lo normal, y también perlado en sudor. Un poco curiosa, esperó a que avanzara unos metros antes de seguirlo. Sus oídos pintaban, tenía demaciado calor, y no le alcanzaban las respiraciones para recuperar el aire. Con la vista un poco torpe, caminó hacia la salida, con el sol de media mañana cegandolo. Luego de varios parpadeos, lo primero que notó fue una cabellera rojiza que se le acercaba. El olor a cerezas y menta golpeó sus fosas nasales, al mismo tiempo que enfocaba la vista en el sonriente rostro de Asher.
Lo vió abrir sus brazos para dar un abrazo, pero no llegó a acercarse totalmente porque las rodillas de Emilio cedieron, haciéndolo desplomarse.
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Delta/Emiliaco
FanfictionDonde Joaquin es el omega más deseado del momento y Emilio es un delta solitario. Emilio: activo Joaquin: pasivo Principal: Emiliaco Contiene smut/lemon/sexo explícito ADAPTACION!! Tengo el permiso de la escritora para adaptarla. Historia original d...