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Emilio comprendió cuando Joaquín había dicho que conforme pasaban los días tendría más ganas de consolarse, porque durante el resto de la mañana, el mediodía y la temprana tarde no lo había dejado separarse de él ni para bañarse, aunque él tampoco puso mucha resistencia. Aunque el baño quedó en segundo lugar, ya que también terminaron haciéndolo bajo la ducha, jugando con la espuma del shampoo, con risas y besos, hasta terminar con el cuerpo de Joaquin acurrucado contra el pecho del Emilio, con este acariciando su espalda en círculos y apoyando el rostro sobre la cabellera del omega, inhalando su aroma. 

— ¿Sabes que conocí a tu hermano? — soltó Joaquin de la nada, haciendo que Emilio tardara unos segundos es responder con un simple "¿Qué?"

—. Asher Jones— añadió. 

Emilio asintió, por supuesto que sabía el nombre de su hermano. 

— Me habló mucho de tí— continuó el omega—. Se ve que te extrañan bastante, te siguen esperando. 

Emilio tardó un segundo en suspirar. 

— Que digas esas cosas no me hace sentir mejor o algo, ya lo sé, prefiero no hablar de- 

— Me dijo que si tú hubieras estado en casa aún, me hubieran presentado contigo en vez de él. 

Las palabras lo hicieron callar. 

Joaquin movió un poco el rostro para mirar hacia arriba, chocando su ojos con los de Emilio.

— Si no me hubieran marcado... Y yo no hubiera huido— habló el mayor con lentitud—. Yo sería uno de tus pretendientes— sonrió. 

Joaquin asintió. 

— Incluso si nada hubiera pasado nos hubiéramos conocido— respondió el omega—. Destino. 

Emilio alzó el rostro de Joaquin para besarlo.   

Al salir del baño, cuando ya comenzaron a tener frío, Emilio tomó una toalla a Joaquin y otro para él, aunque no había terminado de secarse la mitad del cuerpo cuando el omega pasó la toalla sobre él, enganchando su cuello para atraerlo hacia sí mismo, sonrió a a centímetros de su rostro antes de besarlo. 

A Emilio simplemente le encantaba. 

Pensó apenas unos días atrás, donde se había avergonzado cuando despertó abrazando a Joaquin en la primera noche. Y ahora estaban pegados piel con piel sin ninguna vergüenza de su desnudez, habían aprendido que la ropa sólo les era un estorbo. 

Las manos de Emilio bajaron sin querer hacia el collar de Joaquin, tocando la textura de la tela que lo forraba.  Sus dedos fueron hacia la curva entre su hombro y cuello, y maldijo al collar con todo su corazón.  Joaquin pareció sentir qué pasaba, porque se separó del beso para mirarlo como si pidiera perdón, su mirada se tornó melancólica repentinamente. 

El omega llevó sus manos al collar, apretandolo con fuerza, enganchando sus dedos debajo  de  este, como si al tirar lo suficiente podría romperlo, sus nudillos se volvieron blancos y las mejillas se tornaron rojas por la fuerza. 

— Joaquin, no, no...— Emilio tomó las manitos, tirando de ellas para que soltara su collar, usando un poco más de fuerza de la que quería para que el otro se rindiera. 

Vió las lágrimas de frustración en los ojos de Joaquin, y cómo se mordía el labio con fuerza para intentar contenerse. 

— Joa- 

— Lamento que tenga que ser así, emilio— dijo, intentando hacer dura su voz—. No sé la contraseña... De saberla me lo hubiera quitado el primer día, pero- — un hipido de llanto interrumpió sus palabras—. Quiero quedarme contigo, Emilio— las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas. 

Delta/EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora