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Emilio comenzó besando lo poco del cuello que el collar de Joaquin dejaba ver, a penas unos centímetros debajo de su mandíbula, hasta perder un poco su nerviosismo, comenzando a succionar y lamer la piel del chico, acercó más el cuerpo de Joaquin al suyo, el omega ajustó más el agarre de sus piernas, jadeando, permitiendo que el mayor recorriera más los muslos de Joaquin con sus manos, yendo hacia la parte interna, subiendo por estas, rozando un poco los testículos del omega, para luego seguir subiendo, acariciando sus glúteos.

Emilio dejó un brazo sosteniendo el cuerpo de Joaquin, mientras el otro subía por debajo de la remera del omega, voltendose mientras lo llevaba hacia la cama.

Dejó a Joaquin sobre esta, separándose de él para quitarle la remera (su remera), para seguir con los besos por sus clavículas, dejando marcas hasta llegar a uno de los pezones de Joaquin, que también beso, lamió y succionó para placer del omega.

Al continuar con el otro, Emilio alzó la vista un poco para ver el rostro de Joaquin, totalmente ruborizado, con los ojos cerrados y los labios entre abiertos, con el pelo revuelto y una expresión algo desesperada, necesitada.

Con sus manos, Emilio delineó el cuerpo delgado y fibroso de Jimin, enganchando sus dedos bajo el elástico de los pantalones y calzoncillo, tirando hacia abajo, deshaciéndose de ambas prendas, dejando a Joaquin desnudo sobre las sábanas.

El azabache no pudo evitar alejarse un poco, deteniéndose para ver el cuerpo del omega debajo suyo, como admirando su obra. Aunque lo sentía más como su propiedad. Su lobo pedía reclamarlo, aunque la parte humana de Emilio decía que era muy pronto, pero concordaba con sus sentimientos.

En ese momento sintió que Joaquin era suyo, que le pertenecía, que era su omega. Al ver que Emilio se había detenido, Joaquin abrió los ojos para mirarlo, haciendo contacto visual con el mayor automáticamente, sonrió al ver el brillo con el que el otro lo miraba.

— No es justo que yo no pueda verte de esa misma manera— dijo, irguiendose para quitarle la ropa a Emilio, aprovechando para tocar todo el abdomen, apenas marcado, para luego seguir por su pecho, hasta pasar la prenda sobre su cabeza.

Se acercó a Emilio, oliendo su cuello, inhalando su aroma a café y pino, más fuerte que antes, lo embriagaba, frotó su rostro contra el mismo, dejando algunos besos rápidos, mientras bajaba su ropa interior. Al quedar ambos desnudos, Joaquín pasó sus manos por los hombros de Emilio, subiendo por su cuello hasta tomar sus mejillas, sintió la temperatura de estas y sonrió, mirando directamente a los ojos de Emilio.

Sin dejar de mirarlo, Joaquin subió sus caderas, rozando su miembro con el de Emilio, intentando ahogar sus gemidos para escuchar los bajos, casi vergonzosos, de Emilio.

— Entra — pidió, necesitado.

Emilio pareció quedarse en blanco.

Joaquin comprendió.

— Nunca lo has hecho con un hombre— afirmó, y el otro sonrío con algo de vergüenza. Joaquin pudo ver lo tierno que era el mayor.

Separó una mano de la mejilla de Joaquin para apoyarse sobre una de las que el otro tenía sobre sus caderas, guiándola hacia su espalda, bajando por sus glúteos hasta llegar junto a su entrada, húmeda, caliente, goteando de su lubricante natural. Separando dos dedos de la mano de Emilio, y acercándolos más a su interior.

— Entra— pidió de nuevo.

Introdujo dos dedos en Joaquin con lentitud, la entrada se estrechó al rededor de estos, Emilio comenzó a retirarlos y volver a meterlos, varias veces, recibiendo gemidos bajos por parte del omega, el movimiento fue cada vez más rápido.

Delta/EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora