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Emilio estuvo inquieto todo el camino, pero no fue sino hasta que estuvieron a un kilómetro de distancia que comenzó a sentir el llamado en su pecho.
Un aullido bajo, lleno de pena.
Sabía que no era su lobo, y que era de Joaquin.
Al entrar a la casa no vió mucho más allá de la puerta de la sala, importándole muy poco el mundo.
Podía sentir el olor de Joaquin, cerca, fuerte.
Se olvidó de todo, del dolor de su cuerpo, o de su cabeza, su cansancio pareció desparecer, sólo recordó al gruñido que le había dedicado a otro chico que olía un poco a Joaquin, pero no le dió importancia.
Tenía que ir con su omega.
Pareció que hubiera estado ciego todo el camino hacia aquella habitación, porque no fue sino hasta que vió la cama, y el bulto en esta, que reaccionó.
Sus ojos se aguaron.
—Alfa...
Emilio se apresuró, casi corriendo hacia la cama, hasta subirse en ella, y en un movimiento rápido, tomando el cuerpo de Joaquin, abrazándolo con fuerza contra sí.
Emilio lloraba, de alivio, de alegría. Llevó su nariz hasta el cuello de Joaquin, aspirando su dulce olor.
El omega hizo lo mismo, con las mejillas húmedas y una sonrisa, frotando su rostro en el cuello del castaño , dejando pequeños besos, embriagandose en su aroma.
Joaquin dejó de sentir frío, calentándose con la presencia de su alfa y su abrazo, como si de una estufa se tratara.
Joaquin rió un poco, con alegría, y eso hizo sonreír al otro.
Emilio se apartó un poco para mirar su rostro, su sonrisa, sus ojos, besó su frente, sus mejillas, su nariz y sus labios, con gusto algo salado por las lágrimas, pero lleno de felicidad. Las manos de Emilio bajaron al cuello de Joaquin, preguntando con la mirada.
—Sí— dijo, con seguridad—, sí, por favor...
Emilio dejó un casto beso en sus labios antes de mirar la curva entre su cuello y hombro, libre, ya sin ningún collar en el medio, dejó un par de besos hasta llegar allí, quería darle el cariño que se merecía y hacerlo suyo al mismo tiempo, abrió su boca, acomodando sus caminos sobre la piel.
Sintió a Joaquin tomar aire, buscó su mano y la apretó, al mismo tiempo que enterraba sus dientes en el omega.
Escuchó un jadeo, con algo de dolor en él, sostuvo su mano más fuerte, el sabor metálico de la sangre lo hizo asquearse un poco. Pero por fin estaba pasando, y no podía sentirse mejor, la felicidad tapó ese sabor. Sus corazones comenzaron a latir al mismo ritmo, sus pechos se llenaron de la mezcla de emociones, de alegría, de alivio, de paz, de amor, de ambos.
Emilio desenterró sus dientes, lamiendo varias veces la marca, hasta que está dejó de sangrar. Miró a Joaquin a los ojos, tomando las sonrojadas mejillas, amando su sonrisa, dándole una, besando sus labios con intensidad. Ahora compartían todo, ahora estaban completos, sus miradas lo confirmaban, y la marca del lazo también.
— Te amo— declaró Emilio, sintiendo en su pecho tanto su amor, como el sentimiento correspondiente de Joaquin.
—Te amo— repitió el omega.
Aún segundos después de que aquel azabache entrara al cuarto de Joaquin Bondoni, Camilo seguía en el mismo lugar, sin saber porqué ese gruñido lo había intimidado tanto.
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Delta/Emiliaco
FanfictionDonde Joaquin es el omega más deseado del momento y Emilio es un delta solitario. Emilio: activo Joaquin: pasivo Principal: Emiliaco Contiene smut/lemon/sexo explícito ADAPTACION!! Tengo el permiso de la escritora para adaptarla. Historia original d...