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— ¡Joven Anderson!

Costó varios llamados para que el castaño escuchará el tono preocupado de su mayordomo, haciendo que saliera de la habitación apresurado, para encontrar al señor en el pasillo. El hombre habló con la respiración agitada de correr.

— El señor Alejandro, acaba de informar que encontraron a Joaquín Bondoni.

Camilo alzó las cejas con emoción, le agradeció al hombre y se apresuró a subir las escaleras para el primer piso, donde Jung Asher se hospedaba, ya que el castaño le había insistido bastante hasta que había aceptado quedarse allí. Alejandro, alfa, tan fuerte como su olor a madera y un poco a tabaco, era uno de sus mejores guardias personales, y el que había puesto a cargo para la búsqueda del omega, con ayuda de agentes de policía, habían pasado los días con ellos recorriendo la zona donde más posibilidades tenía de aparecer el chico.

Tocó la puerta firmemente hasta que el pelirrojo abrió, con cara de malhumorado, aunque antes de que pudiera mandarlo a la mierda Camilo habló.

— Encontraron a Joaquín Bondoni.

Asher tardó un poco por la sorpresa para sonreír, aplaudió, agradeciendo que el omega haya aparecido.

— Alejandro hyung tiene órdenes de traerlo para acá— dijo Camilo—, ¿Quiere esperarlo conmigo abajo? Están en camino.

Asher sólo asintió, haciendo señas para que lo deje pasar, bajando las escaleras detrás de él. No tardó mucho tiempo para que la entrada de la casa de los Anderson volviera a llenarse de personas, tanto paparazzi y reporteros, como gente curiosa, y era por esas situaciones que lo hacían preguntar cómo obtenían la información tan rápido y de dónde. Aunque en cuanto el auto negro, de vidrios oscuros, acompañado por una patrulla policial pasó las rejas negras de la entrada al pequeño parque frontal de la mansión, a pesar de que los flashes de las cámaras dispararon, Camilo, Asher y los empleados del joven Anderson se olvidaron completamente de ellos.

Primero bajó Alejandro, del asiento trasero del auto negro, tirando una correa de dónde bajó un lobo blanco, hermoso, casi brillante. Camilo abrió los ojos de más al verlo, algo impresionado. Asher también lo estaba, aunque sonrió con agradecimiento, había conocido al omega, le caía bien y quería que estuviera a salvo Entraron a la mansión, apresurándose un poco para no estar más expuestos a las cámaras.

— No ha querido cambiar — fue lo primero que dijo Alejandro, con una mueca.

Camilo vió al lobo, sentado con la cabeza gacha junto a su guardia.

Se acercó, agachándose frente a él, aunque el omega sólo bajó más la cabeza, mirando hacia un lado.

El olor del omega era muy fuerte, muy dulce, casi empalagoso, aunque no llegaba a ser del todo molesto. En cambio, para Joaquin, el fuerte olor a mar de Camilo no le gustaba. El castaño apoyó su mano sobre la cabeza del lobo, acariciando sus orejas, aunque las corrió cuando el omega gruñó. Escuchó la risa de Alejandro.

— Tonto, no es un perrito, es un lobo.

— Es una persona— corrigió Asher, haciendo que la mirada de los presentes se pose en él—, y creo que necesita un poco de privacidad— echó una mirada a todo el personal de Camilo que estaba inecesariamente allí, ocasionando que todo se fueran, a excepción de los dos policías y Alejandro.

Asher se acercó al omega, su postura hizo que Camilo se alejara, su olor fuerte incomodó un poco a Alejandro, pero el olor familiar de pelirrojo logró que Joaquin alzara la vista para mirarlo.

Delta/EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora