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Rato después, con una taza de té humeante, Emilio entiviaba sus manos, mirando el líquido dando vueltas cada vez más lentas. 

La mano de Emma se apoyó en su frente, la rubia hizo una mueca. 

— Tu fiebre sigue subiendo— murmuró. 

— Emilio, si terminas tu té podrás seguir descansando. 

— Estuve inconsciente por unas seis horas— murmuró con voz ronca—. Pareció menos... Pero creo que ya tuve suficiente descanso. 

Las dos chicas se miraron un segundo.  Sofi se levantó de su asiento para ponerse junto a él, hablando bajo, como si toda la conversación fuera puro secreto. 

— Sigues mal por tu omega, ¿No? — dijo, aunque sabía que la respuesta era más que clara.  El azabache le dedicó una mirada de molestia, aunque tenía demasiado cansancio para que se le notara bien. 

— Escucha un momento, Osorio— Sofu intentaba sonar maternal, hablando con tranquilidad y cariño, aunque no le salía bien—. Un día te dije que yo tenía a mi omega... Ella es menor, vive lejos, no tenemos un lazo pero estamos conectadas por nuestros lobos, somos predestinadas. 

— Wow, cuántas cosas en común que tenemos. 

Sofi rodó los ojos. 

— Se que te vale verga y todo, pero lo que quiero decir es... Que te comprendo, y si quieres hablar de algo conmigo puedo ayudarte. Porque sí, Emilio, al parecer, tenemos cosas en común.  Emilio no respondió.  —

Yo también tuve momentos como el que estás teniendo— murmuró la chica. 

A Emilio le pareció un poco idiota de su parte, pero no podía creer en otra persona que se sintiera como él, salvo Joaquín.  No creía que nadie podía sentirse tan mal como él. 

— ¿No sería como una charla de chicas? — preguntó, intentando esquivar el tema.  — ¿Cómo que charla de chicas? — preguntó Emma, frunciendo el ceño, un poco molesta porque el chico no quería aceptar la ayuda de su amiga. 

— Hablar de sentimientos y todo eso— Emilio agitó la mano en un gesto. 

— Si piensas que las charlas de chicas son sólo de sentimientos te equivocas.  — Paren — los frenó Aofu—. No empiecen a discutir, no es momento. 

La castaña suspiró, cansada de que aquellos dos chocaran tanto.  Decidió no tocar el tema de nuevo, Emilio término su té, mientras las dos chicas usaban sus celulares. 

La madre de Emma apareció para preguntarle directamente a Emilio cómo se encontraba, el azabache hizo un esfuerzo por responder de la forma más educada posible, ignorando el parecido a Emma que de alguna forma lo incomodaba.  Sabía que la mujer lo había ayudado bastante, no quería faltarle el respeto.  La mujer volvió a tomar su temperatura y presión, también su pulso y respiraciones, con una ligera mueca. 

— Tu pulso está bajo y hace a tus respiraciones acelerarse— murmuró— ¿Tienes sueño, o estás cansado? 

Emilio asintió. 

— Abrígate, toma cosas calientes, intenta evitar la cafeína o las bebidas energizantes, te pueden afectar mal— hizo una pausa— ¿Tomas mucho café? 

— Estudio medicina, es lo único que me mantiene despierto— dijo—, o al menos lo hacía. 

La mujer asintió. 

— Ya que sabes de medicina— murmuró— ¿Tomaste algún medicamento? ¿Para la cefalea? ¿O fibromialgia? 

En realidad, el lenguaje específico era para saber el nivel de conciencia del chico, si podía hablar con esos términos se aseguraba que estaba más que despierto, y que no corría la posiblidad de un nuevo desmayo. 

Delta/EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora