V. El rey de la selva

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Eran justo las 3 de la madrugada, su padre y los demás estaban durmiendo, así que siendo muy cuidadoso, el rubio empacó en su mochila un poco de comida y una cobija.

A pasos apresurados, pero sin hacer ruido, salió de la casita y se dirigió a la de Bomgua, dejando solo a Richard en la "cama" y alguien más de la familia Park lo supo aprovechar quien con mucho cuidado salió de sus cobijas.

—Pensé que nunca se iría, es tan altruista—Dijo Richard tomando de la cintura a su acompañante.

—No sé qué le pasó, pero parece ser que si el tipo se muere, él jamás se lo perdonaría—sonrió y acercó su rostro al de éste, uniendo sus labios, tratando de no hacer mucho ruido con el choque de sus bocas.

—¿Tenemos que seguir así?—preguntó en voz baja a lo que Richard contestó

—Ya sabes que primero es cumplir con lo acordado, después tendremos tiempo para nosotros—nuevamente iban a besarse, pero el sonido del cuarto donde estaba el señor Park los alertó.

—Espera—se detuvo Richard—Escuché algo

—Será mejor que vuelva a la cama—A pasos lentos, regresó a su cama con un baso de agua figurando que para ello se había levantado y no levantar sospechas.

Mientras allá afuera, Jimin ya había entrado y dejado las cosas a un lado de la camilla.
Iba a encender una vela, pero se dio cuenta que la casita estaba hecha también con un poco de pastizales, así que se guardó la cajita de cerillos.

Lo bueno era que la luz de la luna entraba por la inmensa ventana que tenía a un costado y daba a la camilla donde se encontraba el sujeto.

Le dio curiosidad ver más de cerca el rostro ajeno, así que posicionado en sus codos, empezó a ver su rostro y de paso también su cuerpo.

Cuando lo vio más a detalle, se dio cuenta que tenía muchas marcas de garras, ya estaban casi desapareciendo, pero había una en sus costillas que quizá terminaba más allá de su espalda, pero parecía haber sido hecha por un enorme gato.

—¿Quién eres?—se preguntó más a él mismo, como si tratara de recordarlo.

Se acercó a la cabecera, y nuevamente se quedó viéndo su rostro, quería que ya se despertara para hacerle un mil de preguntas.
Olía a mugre y no se sorprendió, se apegó a su rostro y ahí se quedó viéndolo, soltó un suspiro y de un momento a otro los ojos del sujeto se abrieron, dejando ver sus brillantes ojos negros.

Algo asustado, Jimin se levantó del suelo y como si estuviera nervioso, llevó su mano a su cabello alisándolo, era lo que siempre hacía cada vez que se sentía nervioso y ahora más, porque el sujeto lo había encontrado observándolo muy de cerca.

El hombre intentó levantarse aún quejándose, estaba loco o acaso no estaba consciente que estaba lastimado hasta los huevos,...no literalmente.

—¡No, espera!—Jimin trató de retenerlo, pero el sujeto aún tenía más fuerza que él, así que terminó por levantarse y quedar observando a su compañía rubia frente a él.
—Ah....yo, yo sólo quería saber cómo...—tenía la costumbre de mover las manos al hablar, así que tan pronto las movió, el sujeto se acercó como perro a oler, como si tuviera comida en ellas.

—Sí, disculpame—El rubio muy apurado sacó de la mochila un poco de comida enlatada y se la tendió al hombre
—Debes estar hambriento—Sólo bastó que le diera la comida, él la olfateara y se la comiera muy desesperado, lentamente Jimin se fue sentando en el piso, abrazando sus rodillas y a los pocos segundos, lo siguió el hombre, haciendo lo mismo sólo que él se sentó cruzando sus pies.

JUNGKOOK: EL REY DE LA SELVA | KOOKMIN| 1982Donde viven las historias. Descúbrelo ahora