Prólogo, ¿Una desafortunada casualidad?

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Caminaba de vuelta a casa tras haberse hecho un tatuaje en el brazo. Habitualmente le tenía pánico a las agujas pero... aquello era lo suficientemente importante como para dejarlo de lado. No había dolido tanto... al menos no tanto como había pensado. Llevaba el brazo vendado tapando el tatuaje, no era muy grande pero, no quería que nadie lo viera aún. Por ahora sería su pequeño secreto... teniendo que inventarse una excusa para la venda.

El pelo castaño le caía con suavidad por la espalda, sus ojos almendrados escudriñaban la calle mientras andaba bajo la titilante luz de las farolas, solía llevar el pelo atado pero ese día había hecho una excepción. Su figura era delgada y fibrosa, moviéndose con agilidad y sin pausa, la mayor parte de las casas de los alrededores tenían las luces encendidas y las cortinas corridas, tenía ganas de llegar de una vez a la suya.

Las calles estaban vacías a esa hora, había tardado bastante en salir de la tienda de tatuajes, le habían explicado lo que tenía que hacer para que no se le infectara y, el hacerlo también había llevado su tiempo después de todo. Escuchó pasos cercanos, aquel era un gran momento para recordar que había un asesino suelto por esa zona, sintió escalofríos y aceleró el paso sintiendo como su corazón se iba acelerando, subiendo tanto el ritmo que no podía oír nada más, se dio la vuelta, no había nadie, ¿no la estaba siguiendo nadie?

—¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este a estas horas de la noche, bella? —preguntó una voz tras ella, a pocos centímetros de su oído, haciendo que se sobresaltara y se diera la vuelta casi con el corazón en la garganta.

—Volver a casa —respondió cautelosa tras recuperarse un poco, aquel hombre no le daba buena espina y menos habiendo aparecido de la nada en medio de la oscuridad... ¿qué iba a hacer si era el asesino? Empezó a andar rodeándolo, pero el chico se metió en medio, bloqueándole el camino mientras sonreía —. Esto... ¿podrías dejarme pasar? —a lo mejor le hacía caso... pensó no muy convencida planteándose como pegarle si intentaba hacerle algo, no pensaba ser una damisela en apuros habiendo estado cinco años aprendiendo aikido y judo.

—Quédate un rato más ragazza —replicó simplemente sonriendo aún el hombre, con la poca luz que había solo podía ver que tenía el pelo castaño o negro y los ojos... ¿violetas? Lo que le preocupaba era que acababa de meterse la mano en uno de los bolsillos, quizás tenía algún tipo de arma dentro, se puso en posición de combate, preparada para recibir un ataque y asombrando ligeramente al chico, se debía de pensar que era una chica débil sin conocimientos sobre cómo defenderse... pensaba sacarlo de su error por las malas.

—Solo lo diré una vez más, déjame pasar, antes de que te arrepientas —amenazó sin un ápice de temor, mirándolo directamente a los ojos.

—¿Arrepentirme? Ragazza sí que eres divertida, quizás decida guardarte como mascota —dijo entre risas mientras sacaba un cuchillo que, pese a la escasa luz del entorno, tenía pinta de estar muy afilado.

Y se lanzó a por ella, grave error pensó para sí mientras mediante una llave lo tumbaba en el suelo sin esfuerzo, él parecía realmente sorprendido, se quedó en el suelo unos instantes pensativo hasta que se levantó de un salto, volviendo a dirigirle la mirada mientras pasaba el cuchillo, que sostenía en la mano, por delante de su propia boca, sonriendo como si estuviera imaginándose lo que iba a hacer...

—Lo he decidido... eres interesante, te vendrás conmigo —anunció lamiendo el cuchillo con una sonrisa de autosuficiencia.

Iba a volver a atacar de un momento a otro, no había duda pero... su visión empezaba a ponerse borrosa... estaba mareada... ¿acaso lo que le habían inyectado en la tienda de tatuajes le estaba haciendo efecto ahora? Sentía que iba a caerse de un momento a otro, le estaba costando mantenerse en pie, maldición... ¿iba a morir allí a manos de aquel idiota?

—Una pena que no estés en plenas facultades, bella —comentó el hombre como si supiera exactamente lo que le pasaba, acercándose a ella mientras sentía como su consciencia se iba desvaneciendo... notó como la cogían en brazos antes de finalmente quedarse dormida.

¿Amor o tortura? (2P!Axis)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora