Viernes 5 de agosto 9:06 p.m.

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Para: minah@gmail.com
Asunto: Sin asunto.

Sé que has llamado. Ni siquiera he salido de casa en estos días, así que aquí estoy cada vez que ha sonado el teléfono y tu voz se queda grabada en la contestadora. No quiero hablar contigo. No quiero que vengas tampoco. No deseo que nadie me vea ni me escuche tal y como estoy en este momento. Un estropajo humano, Mina, alguien que te es familiar y, a la vez, tan desconocido. Estoy pálido, a tal extremo que se notan las venas de mi rostro. He bajado mucho de peso. Puedo contar mis costillas sin ninguna dificultad, como en una radiografía. Y hasta creo que mis orejas están cambiando. No estoy seguro, pero creo que se están volviendo más finas, más puntiagudas. Parezco una rata. Un monstruo. Alguien repulsivo que pasa el día arrastrándose por los rincones más oscuros de la casa, que vomita de sólo oler la comida, que llora de dolor si la imagen del sol le viene a la mente. Puedes decir que soy el mismo, que sólo estoy enfermo, pero yo sé que no, que estoy siendo víctima de algo mucho más fuerte que yo. Algo con una sed tremenda, que no parará de absorberme hasta que termine conmigo

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