Capítulo 10

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Amelia

Estaba yendo a la cabaña de mis abuelos como se lo dije a mi abuela, la verdad es que quería ir antes de irme de Francia. La cabaña se encontraba en el Bosque de Compiégne, uno de los bosques más grandes de Francia. La tardecer era hermosa para ser principios de primavera, me puse unos jeans rotos, bralette negro con una blusa blanca con rayas negras y unas vans. A medida que iba caminando hacía la cabaña, empecé a recordar momentos cuando era una niña, cuando jugaba a las escondidas con mis abuelos y mi papá, cuando hacíamos fogatas y más. Terminé llegando, seguía igual de linda desde el último verano que vine aquí, los arboles le daban un toque precioso. Claramente la cabaña a tenido ciertos reparos a medida de los años, la han arreglado un poco más por afuera y por adentro también. Me adentré en ella, todo era precisamente igual. Tenía una pequeña cocina, una sala pequeña, un baño, una habitación pequeña y una más en el piso de arriba, tenía un pequeño balcón lo cual era una de las cosas que me encantaba de la cabaña. La estaba admirando cuando se cerró la puerta bruscamente, me di la vuelta y Daniel estaba detrás mío, mierda. Estaba guapísimo, unos jeans claros con una polera negra de la banda Green Day, su cabello estaba revuelto lo que hacía que se viera extremadamente sexy y era una maldita tortura para mí.

- ¿Qué estás haciendo aquí? - Dejé mis cosas en el pequeño sofá - Esto es el colmo, en verdad

- Ahora si que vamos a hablar de una puta vez - Cerró la puerta de la cabaña con llave - No podrás salir 

- ¿Quién carajos te dio las llaves? - Me miro fijamente - ¿Mis abuelos?, ya entiendo porque mi abuela ayer insistió en que habláramos aquí

- Si, fueron ellos - Puse los ojos en blanco - Con ellos si pude hablar 

- Con ellos pudiste hablar pero conmigo NO - Suspiró - Entonces, voy a tener que saltar del balcón de arriba para poder salir 

- Ni se te ocurra Amelia - Alcé una ceja - Tú no vas a saltar desde ese puto balcón

- Yo puedo hacer lo que a mí se me de la gana - Negó - Daniel, me estás hartando, todos los días me encuentro contigo 

- Yo te dije que no me iba de aquí sin ti - Puse los ojos en blanco - Escúchame 

- ¡NO! - Estaba empezando a desesperarse - ¡ESTOY HARTA DE QUE SIEMPRE ME TENGA QUE ENCONTRAR CONTIGO, LO NUESTRO ESTÁ ROTO!

- ¡NO ME DIGAS ESA MIERDA! - Se acercó a mí - ¡LO NUESTRO SIGUE VIVO AMELIA, NO ESTA ROTO! 

- ¡CLARO QUE ESTÁ ROTO! - Las lágrimas empezaron a caer - ¡ME ENGAÑASTE A MIS ESPALDAS, TE ESTABAS FOLLANDO A FÁTIMA MIENTRAS ESTABAS CONMIGO!

- ¡YO JAMÁS TE ENGAÑARÍA! - Tuvo mi rostro en sus manos - Escúchame, por favor, las cosas no son así 

- ¡ES QUE NO ENCUENTRO NINGUNA OTRA EXPLICACIÓN! - Me separé de él - ¡YA ESTOY CANSADA, VETE DE AQUÍ Y SIGUE FOLLANDOTE A ESA ZORRA!

- ¡JODER, DÉJAME HABLAR DE UNA PUTA VEZ! - Negué - ¡YO ESTOY DESESPERADO EN NO BESARTE TODOS LOS DÍAS, EN NO ACARICIARTE Y HACERTE MÍA EN TODAS LAS PUTAS HORAS DE LOS JODIDOS DÍAS!

- ¡HAZ ESO CON ESA ZORRA, YO ENCONTRARE A ALGUIEN QUE ME HAGA TODO ESO QUE ME DIJISTE! - Se quedó paralizado - Me voy de aquí, con tal, tengo otras llaves 

Agarré mis cosas del pequeño sofá, saqué las llaves de mi bolsillo y las inserté en la cerradura y la puerta se abrió.

- Me drogó - Me quedé paralizada - Esa hija de puta me drogó cuándo fui al bar, le hecho algo a la bebida que me tomé, me llevó a su casa y me sacó las fotos

Estaba completamente sorprendida, estaba procesando todo. 

- Y no solo eso - Me di la vuelta - Alguien la ayudó 

EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora