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Namjoon
— Entonces, ¿edad?— me llevé el americano a los labios con lentitud, dejando que mis ojos se quedaran fijos en su rostro sonrojado por el calor del café que ella estaba tomando.

— 24, cumpliré 25 en diciembre— sus manos rodearon el envase, y tamborileando sus dedos sobre el cartón me miró— ¿Y tú?

— 24 también, aunque yo cumplo 25 en septiembre— ella abrió los ojos dejando que sus labios se estiraran levemente hacia sus costados.

Nunca sonreía plenamente. ¿Por qué no lo hacía? Podía apostar a que su sonrisa era la facción más hermosa de su rostro.

— Asi que ambos del 94, de la misma quinta— su tono era divertido, y dando otro sorbo a mi americano, no escondí mi sonrisa.

Con ella sonreía un montón.

— En Corea la edad es muy importante, ¿sabías que aunque solo te saque un par de meses de edad deberías hablarme en formal y con mucho respeto? Casi como si fuera tu jefe o algo parecido— sus dedos se apretaron inconscientes alrededor del envase, y disfruté un montón la manera en la que su nariz se arrugaba levemente en una mueca incrédula.

Que guapa era, es hermosa.

— ¿Enserio?— asentí observando como llevaba el envase a sus labios con parsimonia— En España no es para nada así.

— Sé que en el extranjero no se tienen muy encuenta las edades, pero en Corea es como lo primordial en una carta de presentación— sus cejas se elevaron mientras dejaba que el líquido caliente se escurriera por su garganta.

— Wow, eso debe ser intenso, en plan, hola ¿que tal? ¿edad?— sus ojos se empequeñecieron, y yo, sin darme cuenta, sonreí echándome hacia delante, apoyando los codos sobre la mesa de la cafetería, esperando que sus labios se extendieran mostrando su sonrisa.

Por supuesto que no fue así, su sonrisa nunca apareció.

— Si, algo así— una pequeña risita escapó de mis labios, y mordiendo mi labio inferior la miré a los ojos— Y en España, ¿cómo os desenvolvéis?

— Desde luego que preguntando la edad lo primero no— mis labios se extendieron en otra sonrisa mientras observaba embelesado como ella bebía de su café— Hay un momento que preguntar la edad puede resultar una falta de respeto según que contexto— abrí mis ojos sorprendido.

— ¿Enserio?— ella asintió tal y como hice yo anteriormente— Tendré eso en cuenta para cuando viaje a España.

— Deberías, cuando se lo preguntas a una persona adolescente o joven no suele importar tanto, pero si se lo preguntas a una persona que sobrepase los 35 puedes estar en problemas, sobretodo como dejes caer que pensabas que tenía más edad— sus manos volvieron a envolver el envase y sus dedos tambolirearon de nuevo sobre este— Además, nosotros lo del respeto va más por rangos, quiero decir, si vemos una persona desconocida y aparentemente mayor que tú la tratas de usted, si es menor la tuteas, y si es de igual a igual puede ser de usted o le tuteas, depende mucho el contexto— la miraba embelesado y completamente encantado con su conversación— Aunque bueno, creo que siempre sabemos que líneas no cruzar, mientras siempre seas respetuoso no pasa nada.

— Nosotros en eso somos más prácticos, no tenemos que suponer, preguntamos y ya está— di otro sorbo sin despegar mis ojos de ella.

Su cabeza se inclinó levemente entrecerrando sus ojos un poco, tal y como hizo mientras miraba los cuadros en la exposición. Había aprendido rápido que hacía ese gesto cuando se ponía a pensar.

— ¿Pero eso no lleva a una tensión dentro de la conversación?— sus labios se fruncieron con suavidad, y sin querer, mis ojos fueron a parar hacia ellos— Digo, tú eres dos meses mayor, por tanto debería tratarte de usted, pero si lo hiciera probablemente la conversación no sería tan cómoda.

EL ARTE DE SABER AMAR: PERFECCIÓN - RMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora