Vuelve a mí © Cloudville

14; La debilidad del rey

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CAPITULO 14

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    Ese helado y poco afectivo beso terminó cuando separé mi rostro del de cabello castaño. Hiden abrió sus ojos para encontrarse con los míos y finalmente sonreír de lado.

—Lindo beso, pero eso no responde mi pregunta —habló con calma y un tono bastante suave gracias a nuestra cercanía— Además... —inclino brevemente su postura hasta que su aliento chocó contra mi oreja, logrando que me faltara el aire por su cercanía sumada al pequeño espacio del vestidor—, Dylan no haría eso. ¿Ya podrías dejarte de juegos y decirme quién eres? —suspiré rendida para así soltar su abrigo y alejarme de él nuevamente.

—No ibas a comprar ningún DVD, ¿cierto?. Solo querías interrogarme a solas.

Empezaba a sentir como el aire se volvía escaso, inclusive podía ver como mi pecho saltaba por mi respiración sonora.

—Correcto, aunque no estamos llegando a ningún lado.

—Si tan seguro estás de que no soy Dylan ¿por qué no vas y se lo cuentas a todos?

—Porque si algo sé de estas cosas, siempre es bueno negociar.

—Soy Dylan.

—¿Me volverás a besar para así volver a confirmar el hecho de que estás mintiendo? —una de sus cejas se elevó a pesar de lo fuerte que latía mi corazón y lo confundido que se empezaba a sentir mi cerebro—. No me quejaría, pero te recuerdo que salí mucho tiempo con Dylan como para asegurar que ella no besa así.

—¿"Así"?, ¿"Así" Como?

—Nunca lleva la iniciativa, tampoco es tan ruda.

—¿Me estás diciendo salvaje justo ahora?

—¡Exacto! -chasqueó sus dedos.

Que grandísimo hijo de...

—Si tanto te disgustó ¿por qué no me apartaste? —me crucé de brazos arqueando mis cejas. Aún así, sabía que el estaba notando mi necesidad de aire fresco.

—¿Y yo cuando me quejé? —sus cejas se arquearon de forma picara.

Y pensar que hace unos días me estaba amenazando de muerte.

—Eres completa y absolutamente insoportable, Hiden Covey.

—¿Te das cuenta que cuando no sabes argumentar solo me insultas?

—¿Te das cuenta que cada segundo te insulto, aún si lo hago en mi cabeza?

—Te estás poniendo a la defensiva —cantó con tono divertido. Por supuesto que me estaba alterando, mis manos me sudaban y mi respiración cada vez se volvía más escasa, pero no era por la mentira que tenía que mantener, en realidad, el pequeño cubículo y la cercanía de Hiden me disgustaban.

Otra cosa más en mi lista de las cosas que me alteraban.

—Si ya acabaste, me voy —avisé dando una pequeña sonrisa bastante falsa. Pero el brazo del chico se atravesó a mi costado, evitándome el paso a la salida del vestidor—. Hombre, eres intenso, ¿ya te lo habían dicho?