12; Entre la oscuridad

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CAPÍTULO 12

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    Tristemente la vida no trae instrucciones, conocemos consejos, tenemos principios, moral. Claro que llega un punto en que nuestro cerebro se queda atascado y en lugar de entender toda la información que le dan, solo intenta creerla y ya. Nadie dijo que la vida es sencilla, que nacemos preparados para todo, y claro que la confusión y el miedo, aquellas dos palabras que no he dejado de repetir, siguen ahí, haciéndose cada vez más y más fuertes hasta que... ¡Boom!, tu cerebro queda tipo: reiniciando Windows.

—¿Qué? —balbuceé. Llevábamos quizá unos minutos hablando, y las cosas no iban por un lado muy lógico—. ¿Me estás jodiendo?

—"No digas groserías " —me reprendió ganando que apretara mis labios para no decir algo ofensivo. Ella suspiró—. "¿Qué tiene de extraño?"

"—Dijiste una grosería —me acusó como si fuéramos niños pequeños.

—¿Y?

—Nada, solo quería ver como se siente"

No es posible...

—Yo también desperté hace un poco más de una semana sin algún recuerdo —expliqué logrando que ella abriera sus ojos con asombro—. Exactamente.

—"Oh, la puta madre..." —soltó tan impresionada como yo. Su mano izquierda fue a parar en su frente y luego se deslizó por su cabello castaño bien peinado—. "Lo siento" —dijo tras darse cuenta que había dicho una grosería.

¿Es en serio?

—¿Puedes explicarme lo que está pasando? —sus cejas se fruncieron sin dejar de estar estupefacta, en realidad, el sentimiento ofensivo igual le acompañó cuando su mirada volvió a posarse en mí.

—"¿Crees que tengo cara de saber más que tú?"

—Discúlpame por preguntar —murmuré sarcásticamente—. Mira, necesito que me digas algo, no sé, ¿Cómo despertaste?, ¿eres de otro mundo?

—"¿Para qué quieres saber todo eso?"

—¡Que me lleve el diablo, joder! —me quejé—. Porque estoy confundida, coño, ¿tú no?

—"Cálmate, tranquila" —intervino—. "Bueno... No sé, solo desperté con la garganta seca en el suelo de un bosque, me levanté y en el camino encontré a un chico que decía conocerme, y me trajo a casa".

—¿Un chico? —nada tenía ningún sentido, o al menos para mí.

—"Si, bueno... Era muy atractivo, parecía preocupado" —se encogió de hombros—. "¿Y tú que tienes qué decir? ".

—Pues... —como cualquier otra persona, dudé en hablar. Sin embargo, su expresión y todo en ella me indicaban que estaba tan confundida como yo, a pesar de que también dudé de ese instinto que me advertía cuando alguien mentía—. Desperté en el hospital y luego me trajeron a casa.

—"Eres muy informativa" —comentó de forma sarcástica.

—Ay, porque quizá tú me has dado mucha información.

—"Bueno, si ambas estamos igual de perdidas es entendible".

—Maldito Hiden, ya me volviste loca —murmuré entre dientes. La posibilidad de que la paranoia se estuviese haciendo presente, que todo esto solo fuese un producto de mi imaginación se debía a que la acusación del bastardo de Hiden realmente me había dejado con la guardia en alto. Además, empezaba a cuestionarme los diagnósticos del doctor Hosterman e incluso su existencia.

Vuelve a mí © CloudvilleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora