21; La cacería del ciervo

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CAPÍTULO 21

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    Desde un inicio había querido ir tras aquel chico de capucha. Sin embargo, había entendido que nada me garantizaba que aquel no fuese a matarme, bien me había ayudado y advertido lo del tres de enero, pero aun así no sabía que era capaz de hacer. A dicho punto, la mayoría de las cosas seguían dándome miedo; los espacios pequeños, los cubiertos, la variedad de colores, la muerte en general, las armas. Así que temerle a un desconocido no fue nada nuevo. 

Por el momento solo podía confiar en Dylan, y era porque estábamos atrapadas en todo este embrollo juntas, yo necesitaba de ella tanto como ella de mí si queríamos nuestras vidas de vuelta. No obstante, Hiden y Finn sabían el secreto, pero aun así no sentía confianza del todo, y no era porque percibía que me mentían, no.

Aparentemente, la amnesia te hace dudar hasta de tu propia sombra. No quería que nadie se aprovechara de mi mente vacía, de mi confianza, de mí en realidad.

Sobre todo si sabes que alguien querrá matarte en tres meses.

—¿Disfrutaron el juego? —preguntó Finnegan en cuanto llegamos junto a Oliver y Bianca, ellos usaban sus cabezas de ciervo a diferencia de nosotros que no las teníamos puesto a que habíamos estado comiendo hasta hace apenas unos minutos.

—Casi sufro de cuatro ataques al corazón —dijo Bianca en respuesta.

—Fue entretenido —aseguró Oliver. Mi concentración estaba parte en ellos y la otra parte (al igual que mi mirada) en el laberinto, donde había entrado el chico del espejo.

—¿Qué dices? ¡Si ni te has asustado!

—Fue entretenido verte asustada —concluyó ganado un pequeño golpe de su pareja en el hombro—. ¡Ay!

—¿A qué juego subimos? —habló Hiden metiendo las manos en los bolsillos de sus pantalones.

—Al laberinto —respondí al instante. No sabía de donde había salido eso, si después de todo me daba cierto miedo enfrentar a aquel muchacho, pero supuse que la curiosidad era más grande.

Quería preguntar muchas cosas, sobre todo ¿Por qué había dicho que era su culpa esa noche? O mejor aún ¿En verdad era él?

—¡Oh, si! —apoyó Bianca alegremente—. La última vez que fui a uno no pude disfrutarlo bien.

—¿No fue el año pasado cuando golpeaste a uno de los zombies? —preguntó el de ojos verdes divertido.

—No es bueno tomar a nadie desprevenido —se excusó encogiéndose de hombros.

—¿Nos dividimos en grupos? —preguntó Oliver en cuanto empezamos a caminar hacia el inicio del laberinto.

—¿Quieres que vayamos juntas, Dylan? —la rubia que media al rededor de 1.68 sonrió al engancharse a mi brazo, no pude ver su rostro pero no hizo falta en lo absoluto para saber que esta estaba alegre.

En realidad, planeaba perderlos en el laberinto para poder encarar al chico que buscaba, pero si Bianca quería ir conmigo...

—Claro, será divertido —contesté devolviéndole una pequeña sonrisa. Oliver, Finn y Hiden se miraron entre sí.

—Nos toca ir juntos —dijo Finn.

—¿No debería ir uno con ellas por si acaso? —propuso Hiden.

Vuelve a mí © CloudvilleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora