Vuelve a mí © Cloudville

Especial; Hiden

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ESPECIAL
16 DE OCTUBRE

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—¡Idiota, ya la mataste! —el murmullo se escuchó lejano, aunque pude reconocer aquella voz como una femenina.

—No la maté, no es mi culpa que sus huesos se rompan con facilidad —se excusó una segunda voz, esta era más grave.

—¡Y dices eso tan a la ligera! —se quejó otra voz de hombre, esta más gruesa. De a poco, mis ojos se fueron abriendo, veía borroso puesto a que me costaba enfocar, pero si sabía que tenía tres rostros casi pegados al mío—. Oh, esta despertando.

—Oye, ¿Estás bien? —en cuanto pude verles con claridad, supe que se trataba de Oliver, Dylan y el doctor Hosterman, ambos pares de ojos azules brillaban con intensidad, mientras que los ojos café parecían preocupados. El Doctor vestía completamente de blanco, con un sombrero del mismo color pero con orejas largas de conejo, Dylan y Oliver en cambio vestían con pantalones rojos y camisas a rayas en amarillo y blanco.

—¿Oliver? ¿Dylan? —les nombré extrañada, intenté sentarme pero un pequeño mareo me interrumpió, provocando que solo pudiese sostenerme de mis codos—. ¿Qué está pasando? ¿Qué hace el Doctor Hosterman aquí?

—Pobrecita, está tan confundida que ya está inventando nombres —dijo la de ojos azules mirando a su hermano con un pequeño puchero.

¿Qué?

—Alicia. Bienvenida, te hemos estado esperando —habló el mayor de todos con una sonrisa en su rostro.

—¿Cómo que "Alicia"?  —fruncí el entrecejo poniéndome de pie, los otros tres igual lo hicieron. Aparentemente, estábamos en el bosque—. ¿Qué hacemos aquí? ¿Por qué visten así?

—Esas preguntas debe contestarlas Absolem —contestó Oliver.

—¿Quien?

—¡Absolem! El más sabio de todos nosotros —agregó Dylan sonriendo.

—¿El más sabio o el más loco? Estoy confundida.

—Síguenos Alicia, ya vamos tarde —intervino el azabache de más edad con gesto gentil. Él, al igual que Dylan y Oliver, avanzaron por los árboles del bosque casi dejándome atrás. No iba a quedarme ahí parada a pesar de que estaba muy confundida, así que los seguí. El camino era bastante callado, de hecho, ninguno de ellos habló hasta que llegamos a un punto en que podía ver champiñones de distintos colores brotar en el suelo, cada vez eran más y más hasta que vimos uno tan grande como una cama matrimonial, en él, yacía un hombre mayor con un monóculo y una pipa, fumando.

Un momento, ¿ese no es...?

—¿Abuelo? —reconocí al hombre como el abuelo Arnold, todo vestido con un traje azul rey.

—¿Te conozco? —dijo con desinterés al verme.

¿Qué está pasando aquí?

—¡Absolem! —le saludó el Doctor—. Hemos traído a Alicia.

—Me llamo Mackie.

—Ni su nombre recuerda por tu culpa —le regañó Dylan a Oliver en un susurro.

—¿Alicia? —repitió el hombre de edad avanzada elevando una de sus cejas, mirándome como si me inspeccionara—. ¿Estás segura de ser absolutamente Alicia?

—Acabo de decir que me llamo Mackie, no Alicia.

—¿Entonces no estás segura?

—Estoy segura de que no soy Alicia.