XVIII

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—Vamos, no quiero charlar, sólo dámela.

—Claro Elektra, lo siento —Steve saca la sustancia de la pequeña caja fuerte que posee dentro de su gran oficina. Apenas se acerca con el porro de mariguana y ya pudo sentir el efecto de anestesia de esta.

Aquí estoy de nuevo, siendo las sustancias las únicas que pueden calmar mis nervios. Daría lo que sea por poder llevarlas a casa, pero Steve me las ha prohibido rotundamente, no sin su supervisión, para evitar accidentes que costarían demasiado para la cara de la compañía, yo lo acepté, es esto o dejar de consumir lo único que me hace la vida llevadera en todos los sentidos. La ventaja de esto es que ya ni siquiera debo pagar por las sustancias, y Steve tiene una gran variedad de ellas. ¿Cómo no las va a tener si el dinero le sobra? Esto me ha permitido probar algunas que jamás podría haber imaginado que existían.

Como siempre, cuando la droga comienza a revelarse contra mí y mis sentidos, Thorne comienza a acercarse a mí, su colonia ya no es nueva, ni su tacto o el sabor de esos labios hambrientos. Desde que tuve sexo con Damon bajo el corto efecto de la heroína, supe que no habría nada más alucinante que hacerlo bajo las drogas. Graham no se atreve a probar otra cosa que no sea alcohol, por esa razón evitamos hacerlo cuando estamos bajo algo que nos tape la realidad, también porque me gusta saber que es él quien me toca, quien está conmigo. 

Después de vestirme espero por unas horas, tirada en el sofá, mientras Thorne hace sus cosas de empresario, o lo que sea que haga, hasta que logro volver a mí y ser consciente de donde estoy y de lo que hago.

—Nos vemos mañana Steve —digo sin ser capaz de verlo a los ojos de nuevo,

—Claro que si Elektra, pero no olvides que mañana no consumirás, tienes audición importante en dos días, es muy seguro que lo consigas, debes lucir bien.

—Joder —digo ya en la puerta—, si es así nos vemos en dos días entonces.

Salgo sin más, atravesando una gran sala de recepción hasta llegar a su secretaria personal.

—¿Ya terminaron tus horas extra? —dice sin despegar sus asquerosos ojos de la pantalla del ordenador, no es la primera vez que hace ese tipo de comentarios, sé a lo que se refiere.

—Sí, y estoy lista para ir a casa, tomar una larga ducha en la bañera mientras bebo vino. Disfruta lo que te queda de trabajo.

Levanta su mirada para observarme molesta, yo sólo le dedico una gran sonrisa hasta darle la espalda y subir al ascensor.

Al día siguiente, apenas Graham se va, yo no me puedo concentrar. Intento hacer otras cosas, como ordenar la casa, pero termino rápido y comienzo a tener una fuerte ansiedad, mi pierna moviéndose compulsivamente me delata más que cualquier cosa. Las horas son demasiado lentas, es un infierno y estoy atrapada dentro de estas paredes. Eso no es lo que más me intriga, sino el hecho de que, si no consigo un papel pronto, tendré que comenzar a trabajar en algo, eso es estresante.

Cuando Graham llega siento que no puedo respirar, joder necesito sustancia en mi cuerpo. Se acerca a mí y me saluda. Yo actuó normal, nos damos algo de cariño hasta que comemos.

—Cariño, no quiero que lo tomes mal, pero creo que hay algo malo contigo —lo noto tímido, ni siquiera puede sostenerme la mirada. ¿Qué rayos le pasa? —. Estás más delgada que antes, comienzo a ver marcas en tus brazos de heroína y tus ojeras son muy notables. Necesitas un descanso, de las audiciones y de las sustancias.

—¿Cómo te atreves a decirme eso Graham? No necesito descanso de nada, no soy una maldita adicta, por Dios —esto si es enfadoso, ahora ya se me ha quitado el apetito.

—Me preocupas, Damon dijo que dormiste en la oficina de Steve y...

—Joder, Damon debería estar en otras cosas, sólo quiere meterse en donde no lo llaman porque no es feliz con su existencia. Déjalo.

—Es que esto no se trata de Damon o de Steve, se trata de ti Elektra —veo que toma más autoridad, levantando la voz y observándome—. No sé si consumes heroína porque yo no lo veo, pero es obvio que no estás bien, necesitas ayuda. No es normal tu pérdida de peso, o lo cansada que estás a diario, sólo quieres dormir y ya. ¿Hace cuanto tiempo que no lo hacemos? ¿Lo has contado? Porque yo sí. Te amo Elektra, quiero estar contigo y quiero lo mejor para ti, no me metería nunca en lo que haces si no estuviera seguro de lo peligroso que puede ser para ti.

—¿Sólo eso te preocupa, Graham? ¿Sexo? Pues vete a la mierda —me levanto, no puedo estar ni un segundo más aquí, siento que mi corazón quiere salir, necesito sustancia, joder.

—Claro que no Harrison, hay algo que te está cambiando —él me sigue por todo el departamento— sólo quiero ayudar, quiero que nuestra relación sea la de antes. Tan sólo unas semanas me despertabas en medio de la noche porque estabas caliente, y ahora ni siquiera eres capaz de darme un beso largo en los labios. ¿Hay alguien más?

Mientras me pongo mi abrigo puedo ver que me observa triste, esperando una respuesta,

—Si existiera alguien más ya no estaría contigo, Graham. Sólo deja de presionarme o sofocarme, tengo suficiente con las malditas audiciones que no me llevan a nada, y ahora te tengo reprochándome por drogas y sexo. Sabes que las drogas puedo dejarlas cuando yo quiera.

—Es que nos preocupas.

—No necesito que se preocupen por mí, maldita sea.

Salgo del apartamento, asegurándome de que no me siga. Es que no entiendo. ¿Piensa que soy tan tonta como para no tener un control propio? Ahora sólo quiero tener sustancia en mí porque estoy nerviosa, eso es todo. Sé a dónde debo ir.

Cuando me abre la puerta está sorprendido, lo entiendo.

—¿Qué haces aquí?

—¿Estás solo? —apenas asiente entro a su apartamento—. Vamos a hacerlo Damon, trae la heroína por favor.

—¿No tienes audición mañana?

—¿Eso qué? Si no me interesa a mí no debería interesarte a ti, de cualquier forma, todos sabemos que no me darán ese papel, ni el siguiente, ni el siguiente —me siento en su sofá después de quitarme el abrigo.

—No lo sé Elektra.

—Vamos Damon —tomo su mano—. Graham no deja de regañarme, y contigo hay algo especial cuando lo hacemos con heroína. ¿Cuánto tiempo tenemos sin tocarnos? Dime.

—Meses —suelta mi mano para ir a su habitación, cuando lo veo regresar sonrió como nadie.

En media hora ya lo estoy besando mientras acaricia mis senos y me estimula por arriba de la tela, haciéndome gemir, hasta que me desnuda y comienza a penetrarme. Segundos después estamos en el sofá, yo sobre su cuerpo, a punto de dormir, totalmente desnudos mientras acaricia mi espalda.

—Nos preocupamos por ti.

—Yo lo sé, y sé que estoy haciendo algo terrible, pero no tuve elección y no la tengo.

—Dime que pasa Elektra —me levanto un poco para verlo a los ojos, ellos están atentos a mi rostro.

—Si te lo dijera los dos estaríamos arruinados. No quiero eso.

ᴛᴇʀʀᴀᴄᴏᴛᴛᴀ ʜᴇᴀʀᴛ ↳ ᴰᵃᵐᵒⁿ ᴬˡᵇᵃʳⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora