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El hombre no pasa de 40 años.
—Señorita Elektra, ha hecho un trabajo impecable —yo la observo, contemplando esa emoción que probablemente nunca volveré a ver en mi vida—. Quiero agendar una cita con uno de nuestros agentes, su talento es algo que necesitamos, sé que tiene un gran futuro y nos gustaría ayudarla a impulsar su carrera.
Ahora se gira para obsérvame.
—Joven Albarn, la carta de presentación indica que usted fue el creador de la música instrumental ¿lo hizo?
Yo asiento, es la verdad, hice todo el trabajo de composición.
—Tiene un gran talento, nos gustaría trabajar con usted, quizá pueda trabajar en la creación de bandas sonoras. Su actuación y la melodía hacían un dúo increíble.
—Agradezco demasiado la oferta, pero me temo que debo rechazarla. Hace unos meses he firmado un contrato con una disquera, está impulsando mi banda musical —contesto antes de que diga palabra alguna. Él hombre se sorprende y esboza una pequeña sonrisa.
—Eso es maravilloso. ¿De qué disquera se trata?
—Food Records —él sonríe aún más.
—Tenemos inversionistas ahí. Estamos dispuestos a invertir más en su banda para que sea conocida en toda Europa, cuente con eso.
Por Dios, ahora si que estoy emocionado. Después de algunas pláticas salimos de la pequeña cabina llena de cables y cosas tecnológicas, y donde se encuentra todo el equipo de sonido. Todos nos esperan y Elektra sólo desaparece de mi lado mientras Justine, Alex y Dave me cuestionan.
Un par de horas después estamos en la casa de alguien. No tengo idea del dueño, pero es la casa más lujosa y grande en la que he estado. Justine está totalmente ebria a mi lado, intentando dormir.
Yo quería emborracharme, pero ella me ha ganado y ahora debo cuidarla, esas son las reglas. El patio trasero es frío y ruidoso, pero al menos estamos en la mesa para exteriores, sentados. Dave me acompaña y en la distancia puedo ver a Alex besando a una hermosa chica, mientras se tocan en lugares "inapropiados". Para eso hay hoteles, maldita sea.
