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Graham está siendo un salvaje insaciable. Me encanta esto.
Han sido dos semanas sin estar con él, ni siquiera nos hemos besado en este tiempo, y ahora no tiene suficiente. Los ensayos de la obra escolar, los de su banda y las tareas de la universidad hacen que sea imposible tener un tiempo libre. Hoy los chicos han cancelado su ensayo, Dave no estará en la ciudad, así que mi novio llegó en cuanto le dije que mi papá se fue al trabajo.
Sólo puedo escuchar mis gemidos y el sonido de su piel contra la mía cuando me embiste, siendo este un sonido constante. Está de rodillas sobre mi alfombra; mi cara y mi pecho están pegados a la suave textura que ahora no me interesa. Sus dedos sujetan fuerte mi cintura, su agarre duele, me arde la piel; pero no quiero que se detenga. Soy una masoquista en manos de un sexy sádico.
Graham disfruta verme sometida, así como me gusta cuando él me somete, por eso me mantengo gritando en el suelo y con mi trasero en la altura de su miembro, desesperado de ser abrazado por mi húmeda cavidad.
De pronto el teléfono suena. Él no tiene las intenciones de parar, y no tengo planeado contestar hasta que miles de cosas pasan por mi cabeza. Con el apoyo de mis brazos me levanto y voy a contestarlo.
—¡Oye! —se queja. No puedo disculparme porque tengo el teléfono en el oído.
—¿Hola?
Podría ser mi padre quien me pide que le abra la puerta porque olvidó algo, o que no llegará a dormir; dos simples razones lo suficientemente poderosas para detener el mejor sexo que he tenido.
—Elektra, soy Damon.
—Damon, joder. ¿Qué quieres?
—Llamo para preguntar si está tu padre o tienes planes esta tarde —siento a Graham inclinándome rápido contra la pared, no tengo tiempo para reclamar cuando su pene está dentro de mí. Lo primero me hizo sacar un pequeño grito, lo segundo me hace gemir fuerte—. ¿Elektra? ¿Estás bien?
Joder, me embiste con fuerza, y nuevamente el sonido de su carne contra la mía es demasiado audible. No puedo hacer otra cosa más que gemir mientras le pido que pare, pero no me escucha
—Llamé en mal momento, lo siento Elektra —apenas puedo escuchar a Damon.
—Sí. Adiós.
En cuanto cuelgo Graham sale de mí, me toma por la cintura y me arroja a la cama.
—Eres un cabrón, ¿quieres que nos descubra? —estoy demasiado molesta, pero pronto está sobre mí, observándome cual cazador a un segundo de llegar a su presa.
—Tú y yo tenemos un grave problema sin resolver llamado tensión sexual. Damon puede esperar.
Joder, tiene razón. Entonces entra en mí de nuevo, ahora mis manos se sostienen de las sábanas, deshaciendo la cama. Se levanta para observarme mejor, pero joder; estoy en el paraíso prometido pero inalcanzable. No puedo ver al responsable de mis sensaciones porque estoy demasiado ocupada sintiendo.
De la nada se acerca, y sus labios se vuelven abrazadores a los míos, necesita consuelo mientras los muerde y gime sobre ellos sin detener sus movimientos potentes de pelvis. Me sujeto a sus brazos, puedo jurar que mis dedos se están marcando en ellos. De pronto se mueve rápido hasta que casi se detiene. Sé que se ha corrido, pero aún hace el intento por hacerme llegar a la misma sensación; a pesar de lo terrible que se sienten las piernas después de un orgasmo.
Claramente escuchamos que alguien llama a la puerta. Sus ojos me observan, transformando su expresión de plenitud a una de terror absoluto. Se levanta de mí y comienza a vestirse, igual que yo. Sabemos que podría ser mi padre y él tiene una estricta regla conmigo; "nada de tener novio hasta que termines tu carrera".
Me visto en tiempo record, mientras Graham aún intenta ponerse los jeans. No importa, sé que saldrá enseguida. Mientras bajo las escaleras trato de arreglar mi cabello que es un desastre, entonces abro la puerta, sintiendo molestia y alivio.
—Joder Alex, ¿quién te ha dado mi dirección? —pregunto porque realmente me interesa.
—Eso no importa Elektra, estoy aquí —me lanza una sonrisita. Es guapo, pero...— Pasaba por aquí, recordé que estabas sola y pensé: ¿por qué no hacerle compañía? Debes morir de aburrimiento, ¿no?
Se muestra seguro de sí mismo, como si no estuviera nervioso de hablarme; no me gusta su actitud, pero sobre todo, Graham estaba conmigo hace un momento, no invitaré a pasar a su amigo. Y si ya me metí con Damon, no lo haré con Alex.
—La verdad no, todo está bien aquí —necesito que se vaya, a pesar de que tal vez Graham ya se ha ido por la ventana—. No necesito compañía.
Alex entra a mi casa, en un movimiento rápido me pega a la pared, a un lado de la puerta, acercando su cuerpo al mío. Cierra la puerta, sujeta mis manos a los lados de mi cabeza, dejándolas sin posibilidad de moverse; su respiración la siento en mi cara, y el exceso de colonia es lo único que huelo.
—¿Qué tal sólo por una hora? —sostiene la mirada coqueta que siempre les da a las chicas con quienes quiere salir. Es un maldito don Juan, pero a pesar de estar prisionera entre la pared y su cuerpo no me inmuto, y tampoco me aterro.
—Escúchame Alex James, estoy a nada de golpear tu entrepierna con mi rodilla y después gritarle a mi padre para que te dé una paliza —su sonrisa se borra y deja de sujetar mis manos, está aterrado—. Así que, si no te vas en los próximos 10 segundos, me encargaré de levantar una orden de alejamiento para que te cambies de ciudad. Que tengas un bonito día.
Él simplemente se aparta de mí, abre la puerta y camina lento, dudando de lo que dije le haría. No tengo tiempo para juegos, y debo demostrar que las cosas se hacen a mi manera, así que lo empujo para que salga completamente de la casa. Por accidente cae al suelo, me inmuto por un momento, pero enseguida se levanta y sale corriendo, desde el umbral de mi puerta lo veo desaparecer a toda velocidad mientras no puedo dejar de reír.
—Es un idiota —me sobresalto al escuchar la voz de Graham justo detrás de mí. Maldita sea, creí que se había ido.
—Debiste ver su cara —digo cerrando la puerta—. Estaba asustado. Se cagaba encima.
Ni siquiera mi risa logra borrar su expresión de fastidio.
—Debo romperle la cara. Si se atrevía a besarte o hacer algo yo iba a salir, sin importar si nos descubría.
—Hey, no es para tanto —me acerco a él, me abrazo a su cuello y comienzo a dejar besos húmedos ahí—. No se atrevería a forzarme, lo conoces más que nadie.
Cierro los ojos y comienzo a besarlo en los labios. Abraza mi cintura, intenta seguir mi beso desesperado, me pega a la puerta con fuerza y enseguida se separa para susurrar mientras me ve a los ojos.
—Nunca lo harás con él —yo sonrío.
—No me retes, Coxon.
—Joder Elektra—me observa con decepción, intentando hacer un berrinche cual niño pequeño. Esto significa mucho para él, suelto una risita.
—De acuerdo, con Alex nunca. Jamás lo había considerado.
Él simplemente vuelve a besarme con desesperación, involucrando su lengua para este contacto y volviendo a quitar mi playera para comenzar a jugar con mis senos; presionándolos, golpeándolos, acariciándolos y enseguida saborearlos.