El hombre

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Trent

Después  de cuatro años sirviendo en Parwan como sargento había tenido la posibilidad de regresar a América y aplicar para el ascenso.
Sabía que no sería fácil. Los Delta abrían cupos cada cinco o seis años y esta vez no perdería la posibilidad gracias al teniente Lowell que me recomendó. Nunca imaginé que el sería mí instructor, y mucho más lejos estaba la idea de que la hermana del teniente Maddox también estaría allí, compitiendo eliminatoriamente por un cargo en sanidad para la misma tropa.

En Medio Oriente no logramos congeniar con aquel cabeza dura ya que tuvimos un mal entendido ni bien llegue, un error llamada Samantha Quort.  La chica era camarada del mismo rango que Maddox. Eso si lo sabía, de lo que no tenía idea era  de la conflictiva relación que llevaban.
Me buscaba, me seducía descaradamente hasta que aquel teniente se enteró y terminamos a los golpes.
Todo se aclaró y supo que en realidad no tuve la culpa pero después de eso siempre nos esquivamos e intentamos no cruzar palabra.

Llego tarde, con papeles en mano agitada y con un bolso enorme. La cara de Lowell fue un poema, sabia perfectamente sus antecedentes con las mujeres, no era de compromisos pero nunca decía no a las proposiciones de una noche. Aunque esto era distinto entrenar a una femenina entre tantos hombres sería un dolor de cabeza, y multiplicado por cien si era hermana de tu amigo, un golpe doble a las bolas.

No pude evitar mirarla, nadie lo hizo. Pero con el transcurso del tiempo mis camaradas se acostumbraban a su presencia y ya no babeaban como el primer día. Siempre era silenciosa y pensativa, en sus tiempo libre no hacía más que leer, me atraía como nunca nadie. Era fuerte, inteligente, perseverante y muy pero muy bonita.
Muy pocas veces hablamos, no sabía cómo hacerlo pero cada palabra que me devolvía era con un vaso de agua en pleno decierto. Me gustaba y no lo negaria, tampoco  fui el único que la veía asi, mí superior a cargo la miraba de la misma forma y fue hasta ese momento que decidí no competir con alguien quien en un dos por tres podía quitarme la oportunidad que había esperado por años. Lo había visto muchas veces, la jerarquía y los contactos con el tiempo se convertían en un poder demasiado grande.
Me aparte sin siquiera empezar, las cosas entre ellos fueron tomando color, se veía resplandeciente cada vez que sonreía. Me alegraba qué halla dejado atrás la Sophie Maddox que conoci en un principio, para darle lugar a está, una nueva y mejorada versión aunque no quitará la amarga sensación que me provocaba el ni siquiera haberlo intentado.
Todo se fue al demonio en cuanto Marck se enteró. Quise golpear a Scott por ser tan imbesil, más allá de su amistad las cosas no debían llegar a tal punto.
Sin quererlo Scott depósito en mí una confianza que con el tiempo comenzaba a pesar. Digo, no era un mal tipo todo lo contrario, pero aparte de congeniar sobre tácticas militares aveces se escapaban conversaciones sobre Soph y el drama con su hermano.

Me partia, me consumía y me volvía a construir. Silencio y más silencio por respeto a su relación. Una relación que había tenido más idas y vueltas, conflictos e interrupciones que jamás hubiera tenido conmigo.
Mí única confidente había sido Nuñez, fue a la única que le confesé lo que me pasaba, aunque todo el mundo creía que estábamos juntos, supo escucharme y aconsejarme.
Los últimos días pasábamos mucho tiempo juntos con Soph y quizás el gran error fue ese. Un error que me saldría muy caro.

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Momentos antes:

Me dolía como la mierda. La bala había abierto mí carne pero por suerte no era nada grave.

- ya deja de ser tan lloron, apenas te toco.- dijo retirando la bala y volcandola en un recipiente de lata.- nosé que hay  que hacer con esto, seguramente Scott lo necesitará para pruebas. Guardala en el cajón y etiquetalo-

HONOR, DEBER Y AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora