órdenes y sanciones

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Scott

El agotamiento había hecho estragos en mí cabeza, tanto papelerios con los traslados, Miller, Williams, Simpson, Royer, Federik y Brown habían vuelto mí día una mierda.
Las cosas estaban de mal en peor.

No querían enviarnos a casa y la ONU no nos autorizaba a quedarnos, estabamos en medio de un debate entre dos grandes a la espera de una decisión. La guerra ya estaba declarada pero a diferencia de otros casos está sería fría y calculadora, como una partida de ajedrez pero con fichas vivientes.

Marck, Williams, Miller y Simpson habían sido reasignados a un equipo de contrainteligencia que estaría a mí cargo, era poco lo que teníamos hasta el momento debido a la gran pérdida de documentos y computadoras que contaban con información. Pero de ahora en más comenzábamos de cero concentrandonos en los próximos movimientos sin perder detalle ni descuidando nuestras tareas.

El lugar donde estábamos no era una base militar, o mejor dicho lo era pero revestida por fuera para no llamar la atención. No podíamos movernos libremente hasta tener la aprobación de la organización más poderosa del mundo. En cuanto a Shalom el presidente de este país, el estaba satisfecho con nuestro trabajo y se hablaba por lo bajo de las inversiones y negociaciones  multimillonarias que esté hacía en nuestro país con tal de que liquidaramos a toda esta peste de bandalos terroristas cosa que la gente de derechos humanos no compartía. La ironía de la justicia humana, gastar tiempo y dinero defendiendo a delincuentes y dejando de lado a niños inocentes que mueren todos los días por hambre.

Cinco tropas habían sido enviadas a recibirnos en el lugar. Ya se había confirmado el traslado de los caídos a tierra americana. Tomaríamos un par de horas para descansar y volveríamos nuevamente al trabajo, Royer no me había dado respiro en todo el día,  la división de tareas con el  capitán Lions debían ser definidas cuánto antes.

Tenia una oficina y una habitación a mi disposición Pero en la situación en que nos encontrábamos prefería estar cerca de la tropa para generar un ambiente menos tenso, por eso mismo solo las mantendría por urgencia.

La discusión con Sophie me había cabreado y se mantuvo en mí mente todo el tiempo. El pedazo de mierda de Brown no dejaba de joder ni estando inconciente. No confiaba en él, desde la primera vez que lo tuve en frente no lo pase, todo empeoró en cuanto puso los ojos en Maddox y la muy ingenua lo deja pasar escusandolo con que solo es amable. Amable soy yo y no ando acariciando el rostro de ninguna teniente ni invitándolas a salir. Al sujeto le gustaba y en más de una ocasión me lo dejo en claro.

Desperté cerca del mediodía, los ojos me ardían y mí estómago aclamaba comida urgente. Estire el brazo hacia la otra punta y Sophie ya no estaba.
Me di una ducha y me coloque el uniforme en una hora vería a Royer para informar las actividades que tendran las tropas mientras esperamos órdenes de los superiores.

Golpean la puerta cuando terminó de abrocharme la camisa del uniforme, abro y recibo al sargento Morris con una carpeta en mano.

- buenos días capitán.

- buenos días sargento que necesita.

- le traje lo que me pidió ayer. Son los oficios que salen del ordenador de Royer. Recién se comunicó con el comandante general Federik  para informar que en dos días enviaran sus pertenencias.

Eso me recuerda que debo pedir a Roxy que envíe también el bolso de Maddox que quedó en su auto.
Tomo los papeles y junto a eso me dan un USB.

- son los audios de las conversaciones con números no registrados en la jefatura.

- perfecto, Si te necesito te llamo.

- si señor.

salimos del pasillo donde están las habitaciones de Lions y Royer. Me detengo justo cuando cruzó el patio y veo a Smith salir de sanidad con unos papeles en mano.

HONOR, DEBER Y AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora