Capítulo 11

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     Kyungsoo pasó la mano izquierda por mechones de cabello ya desenredados, con la otra mano se encargaba de cepillar las hebras castañas de Baekhyun. El príncipe cerró los ojos, relajado, al sentir el suave toque del omega en su cuero cabelludo. El sonido de las cerdas del cepillo separando cada cabello hizo que se acomodase laxo en el asiento.

    Había despertado hace un par de horas, pero aún se sentía cansado y cualquier pequeño estímulo lo incitaba a la inconsciencia. Él no estaba acostumbrado a dormir demasiado tarde, así que era lógica la reacción de su cuerpo. Ayer se acostó a eso de las tres y media de la madrugada y a pesar de haber dormido hasta las diez de la mañana no fue un sueño reparador. En el instante en que su cabeza comenzó a caer hacia delante notó, desde atrás, los dedos de Kyungsoo tomando su mentón y alzándolo con poco cuidado. Se quejó en voz alta y abrió los ojos, menos somnoliento.

–¿Qué rayos, Soo? –reclamó con tono infantil.

    Cuando se volvió a verlo tragó saliva. El omega lo analizaba, casi como si viera su alma a través de sus ojos redondeados.

–Sé que hiciste algo –Baekhyun tragó saliva pesadamente–. Estás todo sospechoso.

    El heredero desvió su mirar a Luhan, con la intención de pedirle ayuda; sin embargo, su hermano parecía convenientemente muy concentrado desaparecer los pliegues de sus vestiduras. Era obvio que lo estaba evitando para no verse involucrado.

–Es tu imaginación –Le respondió con aura inocente.

    El omega lo tuvo bajo su escrutinio durante unos cuantos segundos más antes de continuar con su labor de ayudarlo a acicalarse. A veces resultaba aterrador el instinto que tenía Kyungsoo para detectar las travesuras de ambos príncipes. Quería pensar que se debía a que el criado era seis años mayor que él; no obstante, a veces pensaba que solo se debía a su sexto sentido. El cual era escalofriante de sobremanera.

     El peso de la corona encima de su cabeza le hizo tragar saliva. Los dedos huesudos acomodaron el objeto de tal forma que no despeinaba sus hebras.

    Baekhyun solo debía terminar de alistarse para poder dirigirse al estadio. Sorprendentemente, aquella mañana, Luhan llegó junto a Kyungsoo con la intención de sentarse a esperar. Esto hubiera sido normal si es que su hermano no luciera tan despabilado. Ambos habían dormido a la misma hora, pero los estados de ánimo eran opuestos.

    La seda del peplo que vestía acariciaba su piel con delicadeza. Usar aquel tipo de prenda lo hacía sentirse más cómodo, pues no poseían mangas y solían ser más sueltas. De todas formas se veía obligado a colocarse una faja para estilizar su figura; sin embargo, ya estaba acostumbrado a usarlas.

    Por lo que podía entrever, desde su posición lejos de la ventana, el sol comenzaba a quemar con más fuerza mientras la hora del mediodía se avecinaba. Esperaba que el calor no se hiciera más intenso conforme entraba la tarde.

–¿A ti también ya te aburren los torneos, Soo? –preguntó cuando el omega aplicaba khol en la línea de sus pestañas haciendo un delineado oscuro para resaltar sus iris marrón claro.

    El joven siguió concentrado en su labor, mas contestó sin problema alguno:

–Me aburrieron desde la primera vez que participé, no tienes idea de cuánto me alegré cuando cumplí 23.

     Luhan, desde su lugar, sonrió divertido ante la confesión.

–Seguro nuestro Soo no alcanzaba buenos puestos, Lu.

    Orgulloso de su propia broma aguantó la sonrisa burlona e hizo como si no hubiera dicho nada ofensivo.

    El mayor de los tres no respondió nada. Solo colocó la uña de su dedo índice en la yema de su dedo pulgar y golpeó la nariz del príncipe, quien se quejó mientras escuchaba a Luhan burlarse de él.

The last great dynasty | ChanbaekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora