Capitulo 6

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Paulo cogió la bolsa de chucherías, antes de adueñarse del mando de la tele y tirarse en el sofá. Se aburría.

Se aburría enormemente.

Y en vez de salir, como hubiera hecho en cualquiera otra ocasión, se había quedado en casa... viendo la tele, y todo por culpa de una castaña, que a pesar de ser las cuatro de la tarde, continuaba durmiendo.

Por un momento, llegó a pensar que se había quedado en coma, o algo así.

Hasta que al sacudirla un poco para ver si estaba bien, viva... le había soltado un guantazo, estando dormida.

Aún le picaba.

Encendió la tele, y la apagó, al terminar de pasar por todos los canales... bueno, sería mejor poner un buen dvd... con mucha pereza, se levantó, y se metió en el despacho de Dolo y de Oriana, donde su hermana le había dicho que había puesto todos los dvd's...

-Como estamos haciendo cambios, los hemos puesto aquí... -le había explicado.

Y por culpa de esos cambios, él tenía que andar más de 100 metros... cuando no le apetecía para nada.

Arrastró los pies, hasta que alcanzó el sofá, y se tiró de espaldas, ¡por dios, cuánto le pesaba la cabeza! ¡Y qué sueño tenía!

Cuanto más duermes... más quieres dormir.

Joder, un poco más y necesitaba la vida completa para levantarse.

Maldito vino, pensó, maldiciendo a Paulo, con el que, por cierto, no había vuelto a soñar, ningún sueño comparable, y de hecho, no sabía siquiera, si había soñado, todo era un puñado de cosas confusas y pesadas. Nada claro, solo, la escena de la ducha.

Y una ducha, necesitaba ella darse, a ver si con eso, despejaba su mente, y aprovechaba lo que le quedaba de día.

Pero no, aún no... por ahora, le apetecía continuar en el sofá. Cerró los ojos, y suspiró en el silencio de la habitación.

Por dios, que de películas... pero al menos había dos o tres interesantes... que no iban de amoríos, y lloriqueos, podía decirse, que respecto a gusto, las dos tenían los mismos para las películas...

Paulo caminó, hasta estar a pocos metros del sofá, y por un impulso, agarrándose al respaldo, se tiró sobre él.

-Aaaaaay, mierda –gruñó sobre lo que había caído.

Tan aprisa como pudo, Paulo se retiró.

-¡Ori, ¿estás bien?! Joder, ¿Qué ******* hacías en el sofá?

-¿Qué te parece que hacía, Paulo? ¿bailar? –preguntó con tanta ironía como pudo, aunque más bien, parecía un lloriqueo, y es que las lágrimas se le habían saltado.

-¿Estás bien?

Ella se intentó mover... no pudo.

-Si...

-¡Por favor! –exclamó indignado- podría haberte roto algo, ¡no puedes estar a oscuras en un sofá!.

Ella lo miró indignada.

-No es propio, que la gente se tire por encima del sofá...

Él se sonrojó.

-Se supone que dormías... en la cama.

-Ya ves que no... la próxima vez...

-¡Deja de discutir, y dime si estás bien!

Ella se intentó poner de pie, el dolor se había casi ido, él la ayudó.

-Una ducha me vendrá genial... -susurró comenzando a caminar.

-¿Te gusta picarme, eh?

Ella lo ignoró, y cambió hacía el baño.

-¡Dame una voz, si necesitas una mano!

-O las dos.

Una ducha diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora