Capitulo 12

852 18 3
                                    

-¿Quieres otra? –su aliento cálido le acarició la cara.

Y una palomita nueva se posó en los labios de él. Esa vez, Oriana retiró la palomita con la lengua, con la que lamió los labios de Paulo.

Respiró pesado, y miró a los ojos de ella.

-¿Otra? –preguntó.

-Uhm...

¿Él quería provocarla? Bien, jugarían los dos. Oriana asintió, y Paulo colocó otra palomita, Oriana la cogió uniendo sus labios a los de Paulo, masticandola sin separar los labios, una vez se la tragó, sacó la lengua, y se lamió los labios, gesto en el que incluyó los labios de Paulo.

Él suspiró, y miró los ojos de ella. Sonreían.

-¿Quieres tú palomitas, Paulo? –preguntó ella con voz seductora.

-Sólo si tú me das...

-¿Qué te parece... comer de mi?

Él se quedó en silencio, ¿iba enserio, o le estaba tirando un farol? Se sentía perdido con Oriana, tenía algo que lo atraía, y se quedó callado cuando ella, se estiró en el sofá, se levantó la camiseta sin descubrir sus pechos, solo dejando el vientre al aire, y cogiendo un puñado de aquellas chuches blancas, las colocó sobre su vientre, esparciéndolas después.

Él tragó saliva, y la miró.

-Oh –dijo Oriana haciendo un pucherito- No me digas que ya no quieres –musitó sentándose, y haciendo que todas las palomitas cayesen en el sofá.

-Túmbate –susurró él. Y ella lo hizo.

Paulo cogió unas cuantas palomitas, y las colocó nuevamente sobre su vientre, esparcidas por cada trozo de piel.

Oriana pensó, que ella misma se había metido en aquello, ¿estaría borracha?

No... no lo estaba. Era borrachera, pero de pasión.

Paulo se arrodilló delante del sofá, e inclinó la cabeza, para ir cogiendo cada palomita en un beso.

Oriana sintió como se le tensaba el vientre, como la piel le cosquilleaba, y se obligó a permanecer en la misma posición.

Paulo se comió todas las que había, y alzó la cabeza para mirarlo, después Oriana lo vio agacharse de nuevo, y tragó saliva, al ver que la boca de Paulo se acercaba muy peligrosamente, a la cinturilla de su pantalón.

-Se enganchó cuando te levantaste.

Se desplazó un poco más hacia abajo, y enterró la cabeza entre sus piernas levemente separadas, Oriana sintió un calor fuerte alojarse entre sus piernas.

-No deberías de haberte levantado, ahora hay palomitas en todos lados... -se quejó juguetonamente Paulo.

Ella suspiró, cuando él volvió a inclinarse, los pantalones cortos, no podían cubrir sus piernas, y por lo tanto, no podía evitar sentir el pelo de Paulon acariciando su piel, sus labios chocando con sus piernas, al coger las palomitas, su respiración cálida la acariciaba, cuando su nariz chocaba contra ella.

-Puedes parar –dijo ella.

-Pero tengo hambre... -se quejó él.

-Paulo –murmuró.

-Shh... -siseó él, y se volvió a inclinar.

La mataría si seguía así.

-Pau...

-No pienso levantarme, hasta que no me haya comido todo lo que hay en tu cuerpo –dijo, echando un puñado más de palomitas sobre ella.

Una ducha diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora