16. Light it up

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Yoongi no dejaba de caminar de un lado a otro del pasillo, agitado. Tenía la mano metida en el bolsillo, sujetando un paquete de cigarrillos. Aunque le temblaba el pulso, necesitaba salir un momento a fumar.

-Yoonie, ¿quieres salir un rato?-preguntó Hoseok, adivinando sus pensamientos-La cosa parece que va para largo.

El mayor de los dos asintió y, tras besar a su novio en la frente, bajó a la terraza. Yoongi sabía que Hoseok no aprobaba aquel hábito suyo. Quizá estaba más concienciado de los riesgos del tabaco porque estudiaba medicina pero, en cualquier caso, le preocupaba que aquella costumbre acortase la vida de Yoongi, porque tenía la idea de pasar todo el tiempo que pudiera a su lado. 

Por eso y porque aquel hábito había sido el desencadenante del incendio en el que Taehyung había perdido la vista, Yoongi fumaba con menor frecuencia. Sin embargo, cuando estaba tan nervioso como en aquel momento, difícilmente podía evitarlo.

Si bien sabía que Tae lo eximía de toda culpa por el accidente, él era muy consciente de que, si algo llegaba a pasarle durante la operación...gran parte de la responsabilidad caería sobre él. Nunca podría llegar a perdonárselo y tendría que aprender a vivir o morir con aquella culpa.

Después de todo, Tae era mucho más que un amigo para él. 

Nacidos ambos en el seno de familias adineradas, habían tenido, no obstante, infancias y juventudes muy distintas. 

Los padres de Taehyung lo habían educado desde niño con valores y respeto, dándole alas para que volara a su libre albedrío. Había estudiado la carrera que había querido, había salido y hecho amistades con quién había querido...y aún así no daba nada por sentado, porque sabía que no todo el mundo gozaba de la misma comprensión y libertad.

El mismo Yoongi no había tenido esa suerte.

Empezó la carrera de Derecho en contra de sus propios deseos. Él quería dedicarse a la música, pero los señores Min le obligaron a abandonar sus estudios en el conservatorio porque consideraban que el sueño de su hijo no era más que un capricho inútil. 

Nada que a Yoongi le gustara era del agrado de sus progenitores. La primera chica con la que salió fue tildada de "falsa" y "piojosa" por la señora Min y, cuando Yoongi empezó a salir con un chico, poco faltó para que le marcaran la cara a golpes. 

Cuando se marchó de aquella casa para ir a vivir con Tae y su familia, jamás miró atrás.
Fue un tiempo feliz, pero también breve, porque un día los padres de Taehyung salieron a dar una vuelta en su deportivo nuevo y ya no regresaron. Tae no estaba presente, pero un pedazo de su alma murió junto a ellos en aquella fatídica rotonda.

La mansión era enorme y se sentía más solitaria que nunca, pero Yoongi sacó fuerzas de flaqueza y logró convertirse en una tabla de salvación para evitar que su mejor amigo naufragase en aquel mar de dolor.

Los dos habían estado siempre allí, el uno para el otro, sosteniéndose para que ninguno cayera.
Y ahora Yoongi tenía miedo, porque Taehyung siempre le había parecido el más fuerte de los dos y no sabía qué sería de él si algún día le faltaba. 

Mientras reflexionaba sobre todo lo que había sido y sería, percibió una presencia a su lado. Era Jungkook. Tenía las manos en los bolsillos y se balanceaba sobre sí mismo, nervioso. 

-¿Quieres uno...?-dijo, ofreciéndole el paquete de cigarrillos. 

Jungkook se adelantó, vacilante, y cogió uno de los pitillos. Lo prendió y empezó a fumar, apoyándose en la pared de piedra. 

-No te esperábamos-comentó Yoongi, en un intento de sacarle conversación.

-Lo sé-respondió el más joven, sin mirarle-, y a lo mejor no tendría que haber venido. No quiero que él me vea, que sepa siquiera que estuve aquí, pero...estaba preocupado...

YOUR EYES TELL (JJK+KTH)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora