4. The wrong side of the tracks

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 Jungkook contenía la respiración mientras, a su lado, los ojos de Kim Taehyung permanecían abiertos, tan inexpresivos como expresivos eran el resto de sus rasgos. Estaban viendo una película en la sala de cine de la mansión; una que Taehyung ya había visto muchas veces. Recordaba las imágenes al oír cada dialogo, y su rostro parecía iluminarse en medio de la oscuridad. La temática de la película incomodaba profundamente a Jungkook, porque trataba de un romance de verano entre dos hombres. "Call me by your name". El tramo final de la película era muy romántico, no cesaba de decir Taehyung, pero en la parte en que se hallaban actualmente, el verano no era lo único tórrido y caluroso. Taehyung no podía ver; Jungkook no sabía a donde mirar.

Las imágenes de la pantalla lo turbaban, pero fijarse en el rostro de Tae, con su pequeño lunar en la nariz y sus labios entreabiertos, murmurando algunos de los diálogos que se sabía de memoria...tampoco le parecía una buena idea. No, no podía serlo.

Taehyung le pedía cada cierto tiempo que le describiera las escenas, más para arrancarle palabras que por saberlo: se sabía la película de memoria. Todo eran respuestas vagas, voz apocada. Casi podía sentirle encogiéndose en el asiento.

Siempre le había gustado mucho el cine, la música, la pintura...el arte en todas sus formas. Y Yoongi tocaba el piano y había empezado a proyectar películas para él con la intención de demostrarle que, de algún modo, podría seguir disfrutando de todo aquello.

Había lágrimas en sus ojos cuando los créditos dieron comienzo. Se oía la música, la respiración agitada de Taehyung. Él mismo se limpió el rostro con el dorso de la mano. Era un final agridulce, pero también era un amor bonito. Y ya fuera en Verano del 83 o en pleno 2019, Taehyung creía que un amor como aquel debía vivirse por lo menos una vez en la vida.

-¿Qué piensas, Jungkook? ¿Tú has estado enamorado alguna vez?

-No-respondió el chico-, pero si me enamorase lo haría de una chica.

La verdad es que, escondido debajo de todos aquellos músculos y respuestas casi monosilábicas, Jungkook tenía su corazoncito, y su afán de amar enterrado en él. Pero también tenía miedo. Y le incomodaba hablar de aquellas cosas con Taehyung porque Taehyung no era más que un extraño. Irremediable y trágicamente hermoso, pero un extraño al fin y al cabo. No debería convertirse en nada más para él. Jungkook se lo había prometido a sí mismo porque, en el fondo, sabía que existía un peligro.

No había nada de malo en dejarse caer. Veía a Hoseok dejándose caer por Yoongi (aquello no era un secreto para nadie) y no había nada de malo en ello. Pero sí lo había cuando se trataba de él, quizá porque el mal estaba en su mente, en lo más recóndito de su pasado. Su corazón se había quedado en su antigua casa, o quizá en los pasillos del correccional. Y Jungkook no sabía eso. Solo sabía que debía rechazar y esconder aquella parte de sí mismo. Aquel amor lo relacionaba con el dolor, y no quería volver a sentir dolor.

Después de ver la película, Yoongi y Jungkook ayudaron a Taehyung a llegar a su cuarto para que pudiera dormir. Antes del incendio, nunca dormía en medio de la tarde, con la intención de no perder un solo minuto antes de la puesta de sol. Pero ahora que se consideraba una carga y le costaba mucho más dormir de noche, había adquirido aquella costumbre. Yoongi también se quedó a dormir a su lado, y Jungkook aprovechó para dar una vuelta por la mansión.

Era imponente, con un invernadero, más habitaciones de las que podía contar y una biblioteca que habría hecho las delicias de Namjoon. Era como el castillo de "La Bella y la Bestia", se dijo, mientras admiraba la vajilla detrás de una vitrina de cristal con ornamentos dorados. Solo que aquel castillo pertenecía a la belleza y la bestia era él. Hoseok era el candelabro con acento francés y Yoongi era el reloj.

YOUR EYES TELL (JJK+KTH)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora