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Capítulo 8. ¡Mujeres al poder! [EDITADO]

(Narra Claire)

- ¿Qué tienes pensado? - inquirió Nelly.

- Tenemos que robar las carteras de los chicos, en primer lugar.

- ¡Oh, me encanta! - sonrió Ashley.

Un momento, ¿qué? ¿Por qué le gustaba robar? Bueno, da igual, serán efectos del alcohol.

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Tardamos bastante poco en conseguir aquello. Estaban borrachos y no atendían demasiado a sus bolsillos, ya que todavía estaban ocupados terminando el postre y las cervezas.

- ¡Ya las tengo! - Ashley apareció con tres carteras, aparte de la de Xavier.

- ¿De quiénes son?

- Oh, pues, de esos señores tan majos - y señaló una mesa en la que había dos señores mayores que le sonreían.

- ¡¿Qué?! ¡Devuélvelas!

Bufó, ¿qué le pasaba? Bueno, en verdad el plan estaba saliendo genial, me reiría mucho tiempo de Jordan por esto.

- ¿Ahora qué? - rio Melissa.

- Cogéis vuestras cosas, y los dejamos aquí, a ver cómo consiguen pagar - estallé en carcajadas mientras me levantaba.

Alguna no estaba tan segura, pero Ashley, Verónica y yo nos fuimos sin duda, y ellas acabaron siguiéndonos.

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(Narra Shawn)

- ¿Pedimos la cuenta? Las chicas ya se han ido - propuse.

- Seguramente para que paguemos nosotros - bufó Xavier.

- Eh, no tengo la cartera - avisó Jordan - debí dejarla en casa, pagad vosotros y os lo devuelvo mañana.

- Pongo yo tu parte - se ofreció David, toqueteando su abrigo - eh, yo tampoco tengo.

- Joder, ya pago yo - bufó Nathan - oh mierda, ¿por qué no la tengo? Juro que la cogí.

- Me cago en la puta, ¿cómo podéis ser tan despistados? - rio Harley, pero se le borró la sonrisa muy rápido - mierda.

- Yo tampoco tengo - susurré con el ceño fruncido, al mismo tiempo que Mark y Xavier.

Entonces Jordan gruñó:

- Esto es cosa de Claire, segurísimo.

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(Narra Claire)

No podía parar de reír. Estábamos todas en la acera de enfrente, y veíamos la desesperación en sus rostros. Yo en el de Jordan además veía una ira contenida hacia mí. Eso me producía más ganas de reír.

- ¿No deberíamos entrar ya? - habló Nelly.

- No, todavía no - rio Jina.

- Acaban de darse cuenta de que no pueden pagar, déjales un poco más - estalló en risas Verónica, que se cayó al suelo.

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(Narra Jordan)

Había pasado media hora y no habían vuelto. Voy a matar a Claire, en serio.

- Disculpen, ¿van a tardar mucho más? - intervino el camarero.

- Estamos juntando el dinero - ganó tiempo Nathan.

El hombre se fue, y Mark dio un leve golpe en la mesa, aterrorizado:

- ¡¿Cómo vamos a pagar?! - chilló en susurros.

- Cállate, seguro que vuelven ahora.

- Más les vale. El camarero no nos deja de vigilar.

- ¿Y si salimos corriendo? - propuso Harley.

- ¿Estás loco?

- Pensadlo, ellas pretenden reírse de nosotros, tenemos que ganarles.

- Pero... - David no estaba demasiado seguro.

- Yo apoyo a Harley - dije - no voy a dejar que Claire me la juegue.

- Nosotros nos vamos a levantar en un minuto - siguió el pelirrosa - y luego os costará más salir si sois menos.

- ¿No suele costar menos?

- Pero tendrán un objetivo más fácil si sois pocos.

- Esto no es una película, deja de motivarte - bufó Nathan.

El surfista y yo nos levantamos, y sin dudar el resto también.

El camarero fijó la mirada en nosotros.

- Cuatro, tres...

- ¡Ya! - interrumpió Mark, saliendo corriendo, al mismo tiempo que el camarero, nosotros lo seguimos.

Salimos del restaurante, y el camarero nos siguió hasta unas manzanas después, que le cogimos ventaja y se rindió.

Me tiré al suelo, no podía con mi vida.

Voy a matar a Claire, en serio.

Escuché su risa a una poca distancia.

- Morosos - sentí cómo se tumbaba encima de mí.

- Te odio. No me hables.

- ¡Mujeres al poder! - gritó Jessica.

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(Narra Lodo)

Iba conduciendo en el coche muy rápido, no sé porqué, pero había estado bebiendo mucho.

Estaba enfadada, me habían despedido del trabajo, Claude no me hablaba, y no sabía cómo acercarme a mi propia hija sin que esta se enfadara, ¿cómo puede pasarme esto a mí?

Ni siquiera mi propia hija me aguanta... Aunque lo tengo bien merecido, tal vez si no hubiera cometido tantos errores con los dos...

Aun así creo que merezco una segunda oportunidad, puedo cambiar, y me gustaría demostrárselo, pero no puedo, ¡no puedo!

Solo quiero morirme, el alquiler de mi casa llega en dos días, y no tengo trabajo, tengo dinero para pagar, pero si no encuentro trabajo pronto, estoy en la puta calle.

No hay casas de acogidas para adultos fracasados, y a mis padres no creo que les haga gracia que vaya a vivir con ellos, y mi hermano Luke... Pues tiene una novia y un hijo, y yo sería la tía acoplada que no tiene dónde caerse muerta.

Entonces, unos niñatos se me metieron en el camino, y lo que se me ocurrió fue pitar, pero no me dio tiempo a frenar.

Sentí un golpe, me di con la cabeza en el cristal, y me desmayé. Quería saber si estaban bien, pero no me dio tiempo.