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Jeremy

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Jeremy.

Tal vez en algún universo paralelo me hubiese emocionado por aquel beso, quizá hasta fuera el hombre más feliz del planeta tierra y ahora mismo una gigante sonrisa adornara mi rostro.

Pero no.

Me siento el ser más culpable, más asqueroso e idiota al haber permitido que sus labios rozaran los míos, todo fue un error.

Quizás ella me besó por curiosidad y eso era algo que sinceramente me dolía más que cualquier otra posibilidad. Ella no me quería, no de la forma que yo la quería a ella.

Un amor no correspondido es algo sumamente insoportable, dolería menos una estaca incrustada en el corazón. Hace tres años me enamoré de mi mejor amiga, lo supe aquella noche que me miró a los ojos y me agradeció por haberla defendido de un idiota que solo quería sobrepasarse con ella. Cada caricia suya solo aumentaba el fuerte sentimiento que día con día crecía dentro de mi hacía ella.

Y quizás ella nunca se dio cuenta del gran poder que tenía sobre mi, sobre mis sentidos. Siempre supe que el amar te hacía débil, frágil, le dabas el poder de aniquilar tus sentimientos con tan solo unas palabras.

Y ni siquiera la podía culpar porque ella no me enamoró a propósito, la única culpa la tenía yo.

Me levanto de la cama dispuesto a ir al baño para tomar una fría ducha. Me deshago del pantalón de chándal junto con el bóxer y me dirijo a la ducha.

Las gotas de agua caen por mi espalda y terminan deslizándose por todo mi cuerpo.

Miro hacía abajo y me doy cuenta de que algo está muy despierto... mierda. No lo haré, yo no... joder, creo que tardaré más de lo habitual en la ducha.

Cuando por fin me encuentro vestido y arreglado, bajo las escaleras para tomar el desayuno y luego ir al instituto. Hace un día ya que no la veo, siempre trata de evitarme, incluso aquel día se fue con una idiota excusa de la casa de Tristán para no verme.

Y la comprendo, ella se siente malditamente culpable por haberme besado en la casa de su novio. Novio que pensaba "darse un tiempo" con ella.

Cuando bajo veo a mis padres en la mesa del comedor desayunando en silencio.

—Buen día— murmuro sentándome en una de las sillas.

—Buen día, cariño— sonríe mamá pasándome el desayuno.

Jason ni siquiera me dirige una mirada. Típico de él.

El desayuno transcurre silencioso y quizá hasta incómodo. Pero eso es interrumpido hasta que mi padre se digna a hablar.

—Tenemos que vender tu motocicleta, Jeremy— murmura despegando su atención del periódico.— Las cosas en mi trabajo están un poco difíciles y...

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