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-Arroz con pollo.

Jeremy.

Mis ojos se abrieron lentamente cuando los rayos del sol cruzaron las delgadas cortinas de la ventana. Gruñí por lo bajo afianzando más el agarre de mi almohada. Abrí los ojos dándome cuenta de que no era una almohada a la que abrazaba, si no el cuerpo de la pequeña morena.

—Nunca me cansaré de adorar tu baba por las mañanas— susurro dejando un beso casto en sus labios. Gruñe frunciendo el ceño aún con los ojos cerrados.

—No creo que quieras quedar estéril a estas horas de la mañana— dice dándome la espalda. Mi mano se desliza por su cintura llegando hasta uno de sus pechos por bajo de la camiseta, lo aprieto suavemente provocando una risa en ella.— Déjame en paz o juro que te follaré ahora mismo.

—Soy todo tuyo, no me resistiré— susurro en su oído.

Jamás me vi en esta posición: en la cama de mi mejor amiga apretando uno de sus pechos y susurrándole al oído propuestas indecentes.

Los giros que da la vida...

Se monta encima de mí con una enorme sonrisa en los labios. Muerde su labio inferior con coquetería. Aprieto sus caderas con mis dos manos para sentirla cerca de mí

—Tienes que hablar con tu madre— dice al tiempo que empieza a mover sus caderas en círculos, encima de mi entrepierna. Suelto un jadeo mientras la aprieto aún más.

—Lo haré hoy mismo— susurro tomando una posición sentada. Levanto la camiseta para dejar al descubierto sus hermosos pechos, lamo lentamente la orilla del izquierdo. Cierra los ojos dejándose llevar.— Te quiero, Eddie. Te quiero a mi lado, conmigo.

Todo esto se sentía malditamente correcto. La quería a mi lado, que formara parte de mi vida y jamás se fuera.

Muerdo ligeramente uno de sus pezones provocándole un gemido de placer. Sus movimientos se vuelven más urgentes. Sonríe levantándose para darse la vuelta. Su trasero queda rozando mis partes más sensibles. Aprovecho la posición para meter mi mano derecha entre sus bragas.

—Mierda— jadea alzando las caderas para buscar su placer con mi toque— jodida mierda.

Mi dedo índice traza pequeños círculos en su punto débil. Está tan mojada que me facilita el trabajo. Mi entrepierna está ahora demasiado despierta y mis boxers de pronto los siento más ajustados.

—¡Levanta tu asqueroso culo de la cama, Eddie! Llegarás tarde al instituto— jamás en mi vida había odiado tanto a Camila como lo estaba haciendo en este momento.

—Maldita enana— gruñe la morena levantándose de mi regazo.— Créeme, quiero arrancarte esos boxers y follarte en todas las posiciones, pero si no bajamos ahora, Camila puede ser una jodida espinilla en el culo.

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