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Jeremy

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Jeremy.

Me detengo frente a la residencia de Eddie, la nieve empieza a cubrir el jardín. Diciembre al fin había llegado por lo que las viviendas están llenas de extravagantes luces navideñas con enormes muñecos de nieve.

Toco la puerta, Camila es la que abre, me recibe con una pequeña sonrisa, frunzo el ceño confundido. Es raro verla tan apagada.

—¿Qué sucede, Cam?— pregunto quitándome la chaqueta y los guantes.

—¿Cómo es posible que con estas temperaturas tú te pasees con esa chaqueta y unos simplea guantes? —pregunta desviando el tema.

—Cam.

—Nada.

—Dime.

—Bien— suspira.— Suceden muchas cosas, Jay. No te puedo hablar de eso ahora, Eddie no quiere que nadie lo sepa. Pero tranquilo, no es nada del otro mundo— una sonrisa tensa se dibuja en sus labios— te lo dirá cuando esté lista.

—Eso no me ayuda ¿sabes?— ruedo los ojos recargando mi peso en la pared.

—Ella te quiere, Jeremy. Y es raro, porque hasta hace poco hablaba de que tú y esa rubia podrían ser una linda pareja— ríe.

Niego con la cabeza. Me tranquiliza saber que hasta hace poco ella tuvo sentimientos encontrados, como yo.

—Hey— la voz de Eddie se escucha detrás de nosotros, lleva un bonito pantalón ajustado con un enorme y grueso suéter blanco. Sonríe al verme.

—Hermosa morena— susurro acercándome a ella. Mis manos se deslizan por su cintura apretándola, beso la punta de su nariz.— ¿Nos vamos?

—Sip— besa mi barbilla.

—¡No, absolutamente no y no!— exclama Flor de pronto apareciendo por las escaleras— ustedes no irán a ningún lado en esas bestias, llevarán mi auto.

Eddie rueda los ojos, mi lengua recorre fugazmente su labio inferior, acto seguido me doy la vuelta para encarar a Flor.

—Tienes razón, es peligroso conducir una motocicleta con este clima— concuerdo recibiendo las llaves.

***

Una vez nos encontramos en el estacionamiento del Centro Comercial, apago el motor del auto, mus ojos se posan en Eddie. La morena hace lo mismo.

—¿Me dirás que pasa?— pregunto enarcando una ceja. Suspira.

—No pasa nada— rueda los ojos.

—Te conozco, ese nada sabes que dice todo— bufo saliendo del auto. Doy la vuelta para abrir la puerta del copiloto pero se adelanta saliendo del auto.

Tomo su mano colocándola en mi pecho cuando pretende alejarse.

—¿Hice algo mal? ¿Lo arruiné? — pregunto cerrando los ojos con fuerza. Apego su cuerpo al mío, un tembloroso suspiro abandona sus fosas nasales.

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