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Jeremy

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Jeremy.

Me dejo caer en el sillón mientras que Amanda le grita a su hija a todo pulmón que baje. Tatiana se sienta junto a mí con una pequeña sonrisa, miro de reojo a Eddie que se encamina a la cocina y empieza a hurgar todo lo que hay dentro de ella. Ruedo los ojos.

De pronto, la puerta es tocada y Amy va para abrirla, sé de quién se trata cuando escucho un silbido y millones de halagos para la mujer cuarentona.

Eloy entra tomando la mano de una pequeña pelirroja, que casualmente, tiene exactamente la misma sonrisa tímida que la rubia que está a mi lado muestra.

Aprieto los labios para no abalanzarme a ella y comerla a besos.

En dos meses, Tatiana se volvió alguien importante en mi vida, se volvió parte de mi grupo selecto de amigos... pero ella era más que una amiga, empezaba a tener mucha atracción por ella.

Me gustaba su forma de tartamudear, sus sonrojos continuos, su tímidez e incluso me gustaba cuando decía aquellas oraciones sin coherencia cuando su nivel de nerviosismo actuaba por ella, sin embargo, eso era todo. Atracción.

Le tomé cariño, en serio, pero no de la forma en que, posiblemente, ella le gustaría que sintiera. Y pensándolo bien, tenía que decírselo, ser claro con ella para que no se llene de ilusiones, lo menos que quería era lastimarle... romperle el corazón.

—¡Ya llegó el que tiene el mejor culo!— canturrea Eloy sacándome de mis pensamientos.

—¿Qué?— pregunta Lily ofendida.

—Oh, mierda— abre los ojos como si acabara de analizar algo— llegó el segundo mejor culo, porque el número uno es el de mi hermosísima novia.

Todos en la sala sueltan risitas de burla— incluyéndome—.

Sin ser consciente de mis actos, levanto a Tati de su asiento y la acomodo en mi regazo, ella suelta un chillido de sorpresa, pero luego una enorme sonrisa se apodera de su rostro.

—¡Hey...!— Jud baja por las escaleras. Tienes el cabello hecho un nido y la bata torcida— ¿...que hacen todos aquí?

—¿Lo olvidaste?— pregunta Eddie saliendo de la cocina con un yogurt, una manzana, un pequeño jarrón lleno de cereales, y una barra de chocolate en la boca, ¿cómo carajos le cabe todo eso en las manos?— hoy quedamos en que nos reuniríamos en tu casa, ya sabes, para pasar el rato y esas cosas.

Por alguna razón, luce nerviosa, como si algo le incomodara o... aterrara. Sin poder evitarlo, mis ojos se deslizan a sus piernas desnudas pero de inmediato desvío la mirada enfocándome en la pequeña espalda de Tatiana.

—Niños— nos llama Amy— iré a dormir, espero y no armen un escándalo y molesten a los vecinos porque soy capaz de levantarme y darles con el cinturón a cada uno de ustedes. Y Eloy, ya me dí cuenta que en esa mochila traes alcohol— Eloy aprieta los labios mientras camina demasiado lento con una mochila gris montada en su espalda.

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