30🍂

464 83 12
                                    

Eddie

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Eddie.

Si lo ves desde este ángulo, sí parece un pavo— opina Jud mordiendo su labio inferior para contener la risa.

Natalie bufa tirando a un lado de la mesa el pañuelo que usó para sacar el pavo del horno.

—Vamos, Nat, que de seguro su sabor es mucho mejor que su forma.— opino haciendo una mueca de asco.

El pavo estaba horriblemente desecho. Ni siquiera Nat sabía la razón por la cual esa cosa había dejado de ser un pavo para convertirse en puré.

Las tres suspiramos resignadas ante el resultado. Si a las personas no les gustaba la forma tan rara que tenía, solo tendrán que cerrar los ojos y listo.

—No hay tiempo ya para hornear otro— Nat suspira con pesadez. Estaba tan ilusionada con la idea de cocinar y decorar el lugar para la fascinante Nochebuena, que verla tan decaída me rompió el corazón. Jud y yo intentamos ayudarle, pero todo fue en vano. Esa cosa no tomaría forma ni con un hechizo de los magos.

—Chicas, todos los invitados están...— Jeremy se detiene abruptamente cuando ve el pavo. Su mirada recorre desde nuestra cena hasta cada uno de los rostros decepcionados junto a él.

—Sí. Solo cállate, Jeremy, no opines nada porque te irá muy mal— advierto antes de que abra la boca.

—Yo no iba a decir nada— levanta las manos en el aire.

—Bueno ya. Todos están allá afuera esperando por el pavo, o lo que sea que cociné— Nat se coloca dos guantes gruesos para tomar la bandeja, acto seguido sale de la cocina para llevarlo a la mesa donde se llevará acabo el festín. Jud la sigue, no sin antes sonreírnos y despeinar el cabello rulozo de Jeremy.

Mis manos empiezan a sudar y me remuevo con nerviosismo cuando su atención se posa únicamente en mí. Siento como si su mirada pudiera ver atraves de toda la ropa que llevo puesta.

Como que de pronto hace un poco de calor ¿no?

—Te ves hermosa— susurra pasando su brazo derecho por mi cadera mientras que la otra acuna mi mejilla.

Estoy a nada de derretirme como mantequilla.

Mi atuendo consistía en un ajustado vestido color rojo que llegaba hasta la mitad de mis piernas haciéndolas lucir largas.

Los ojos del chico frente a mí se desviaron al escandaloso escote en forma de "v".

—¿Te gusta?— pregunto presionando mi cuerpo contra el suyo.

Su rostro se acerca hasta morder el lóbulo de mi oreja, presionando disimuladamente su entrepierna en mi vientre.

—¿Me acompañas a la habitación? Quiero darte mi regalo de navidad— susurra en mi oído. Su voz gruesa provoca un delicioso escalofrío por mi cuello recorriendo cada parte de mi cuerpo.

In My Skin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora