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Jeremy.

—No lo puedo creer, castigado por dos locas. Me quedo con tu motocicleta por una semana, ese será mi pago. ¡Esto me pasa por ser buen samaritano! Nunca, en la puta vida, te vuelvo ayudar, Dawson— se queja Triste mientras caminamos por el desolado pasillo.

Eddie rueda los ojos sin decir nada, cruza los brazos mientras camina a su lado. Ni siquiera me ha dirigido una sola mirada en todo el día. Me duele su indiferencia.

Tatiana camina a mi lado, si no tuviera esa mejilla morada, juraría que jamás se pelió con alguien. Guarda silencio, ni siquiera presta atención a lo que decimos.

El castigo consistía en quedarnos después de clases para ayudar al señor encargado de la limpieza. Eddie y Tristán estaban encargados de limpiar la biblioteca y nosotros del laboratorio. Era un alivio que el castigo solo sería por un día.

Al llegar al lugar en que nos separaremos. Nadie dice nada, solo retomamos nuestros caminos en silencio.

Al llegar al laboratorio cierro la puerta sin dejar de mirar a la rubia que toma un pequeño trapo con rabia y empieza a colocar los tubos de ensayo en el lugar indicado.

—Tatiana...— murmuro, sigue limpiando, ignorándome— ¿siempre será así? ¿Por qué nunca confías en mí? Eddie es mi mejor amiga, Tati, aunque no lo quieras, ella siempre será mi amiga, la conozco desde que tengo memoria...

—Es que eso es lo de menos— susurra— lo sé, lo siento, a veces soy muy estúpida. Es solo que... ver ese tatuaje me hizo sentir insegura y enfadada, más conmigo que contigo. Ella está en tu vida desde siempre, lo sé. Es solo que estoy celosa.

Frunzo el ceño, me acerco a ella envolviéndola con mis brazos. Deposito un suave beso en sus labios.

—¿Me quieres?— pregunta al tiempo que beso su cuello. Me detengo por unos segundos, mi respiración cae de lleno contra su suave y pálida piel.

¿La quería? Sentía una fuerte atracción hacía ella, quería tenerla cerca, entre mis brazos, besarla y hacerla mía cuantas veces quisiera. Pero quizá jamás podría sentir algo tan fuerte como lo que ella sentía por mí. Trataba, me esforzaba por enamorarme de ella, por sentir lo que ella sentía cuando la besaba. Pero un sentimiento jamás podría forzarse.

Mi mirada encuentra la suya. Pero hay algo que me hace dejar de ver esos ojos azules para ver unos marrones, unos que desde años estuvieron ahí para hacerme reír. Ella siempre estuvo ahí para mí, ella era mi calma, la razón por la cual yo seguía cuerdo. La quería como un loco, ella era mi mejor amiga.

¿El problema? El problema era que el amor que sentía por ella estaba creciendo y ni siquiera me había dado cuenta... No, eso no era cierto, ella es Eddie, mi pequeña morena, nada más.

Sacudo la cabeza para alejar esos tontos pensamientos de la cabeza.

—Lo hago, Tatiana, lo hago— susurro besando sus labios con necesidad. Apego mi cuerpo al suyo para tratar de alejarme de toda realidad posible, mis roces se vuelven más necesitados con el pasar de los minutos.

La tomo por la cintura al tiempo que empiezo a rozar mi entrepierna con su cuerpo.

—¿Tú, me quieres?— pregunto al tiempo que mordisqueo su cuello. Asiente con la cabeza.

—Como no tienes idea, Jeremy Dawson— susurra al tiempo que sus labios se encuentran con los míos. Y así de repente el ambiente tenso e incómodo se evapora trayendo consigo uno ardiente y lujurioso.

Giro su cuerpo para que su espalda se apegue a mi pecho.

Su cuerpo de paga al mío de una manera encantadora. Su mano recorre mi anatomía, cada roce es una tortura para mi cuerpo ya excitado. Muerde su labio inferior con coquetería. Gruño apretando su culo con mi entrepierna.

In My Skin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora