U es por "Última"

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Era natural para ellas.

Las caricias, los besos, las palabras de amor y la felicidad que sentían simplemente con estar juntas.

Kanan y Mari se habían conocido durante un verano caluroso y seco, que las había llevado al lago que estaba cerca de su pueblo, buscando refrescarse. El amor había surgido a primera vista; entre encuentros casuales y roces secretos, finalmente le habían podido dar forma al sentimiento que manaba por sus ojos al conectar amatistas con zircones.

— Mari...— Kanan entró en el aula del segundo edificio, buscando a la rubia.

Las burlas seguían retumbando en sus oídos.

— Lo siento— habló, su voz se escuchaba ahogada por el llanto —. Yo fui la que insistió en hacer pública nuestra relación... pero sólo conseguí que las chicas se rieran de nosotras— se lamentó, profundamente herida por las palabras de quienes consideraba sus amigas.

— Vamos a estar bien, nos tenemos la una a la otra— la tomó de la mano y le sonrió, esperando darle seguridad, pero lo único que creció en Mari fueron dudas.

— ... Sí.

Las semanas pasaron, y lo natural se volvió incómodo, el rostro de Mari sonreía, pero sus manos apartaban el agarre de su novia, y así, gradualmente, se alejaron.

— Mari.

— Lo siento Kanan, quedé con las chicas para hacer el trabajo de historia, así que— la mano de la peliazulada chocó contra la entrada, impidiendo el paso a Mari —... ¿Kanan?

— ¿Qué estás haciendo Mari?

— No entiendo...

— Oh, vaya que yo sí lo hago— se acercó a ella, buscando tomar su mejilla, pero la mano de la rubia rápidamente rechazó la cercanía —. Lo entiendo bien.

— No sé de qué estás hablando— susurró Mari.

— He intentado hablar contigo por semanas, pero siempre hay una excusa, no voy a intentar de nuevo— los ojos de Kanan estaban inundados de molestia, y a su vez, lucía decepcionada —, ésta es la última vez.

— Kanan...

— Mari... ¿quieres seguir con esto?

— ¿De qué ha...?

— Mari, estabas tardando mucho y...— una de las amigas de la rubia entró en el salón, encontrándose a la chica, acorralada por aquella anormal.

— Lian...

— ¿Es en serio, Matsuura? — la castaña avanzó hacia ellas, su rostro tenía una expresión asqueada — ¿Sigues acosando a Mari? ¡Ella te quiere lejos!

Las palabras atravesaron como cuchillas a la peliazulada, pero apoyándose en su orgullo, se paró erguida y cuestionó a su novia con la mirada.

— ¿En serio?

— N-No...

— ¡Claro que sí! Tiene semanas que terminaron, ¡supéralo ya! Das miedo acosándola de esa manera todos los días— el veneno en las palabras de la chica no era tan doloroso como el hecho de darse cuenta de que para empezar, lo que quería rescatar ya no existía.

— ¿Terminamos?— le preguntó, aunque más que una interrogante, era una afirmación.

— Yo...— el corazón de Mari latía dolorosa y rápidamente, era incapaz de afrontar sus mentiras.

— ... Cierto, lo hicimos— se respondió.

Kanan salió de ese lugar, intentando no quebrarse, repitiendo en su mente que no valía la pena llorar, y limpiando las traicioneras lágrimas que bajaban por sus mejillas.

KananMari ABCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora